¿Un venezolano en la Internacional Situacionista?
/Las ideas situacionistas, como expresión cultural y política que buscó «la construcción concreta de ambientes momentáneos de la vida y su transformación en una calidad pasional superior», sin Estado ni Capital, contaron con muy poca difusión en Venezuela, lo que contrastó con la copiosa literatura prosovietica y castrista que llenaron los pasillos universitarios.
Al irrumpir el situacionismo en Francia, la izquierda revolucionaria se encontraba acorralada y disminuida como producto de la insurrección armada iniciada a inicios de los sesenta y que había dejado un saldo desastroso en sus impulsores. Sin embargo, un joven venezolano, Eduardo Rothe, llegaría a militar con Guy Debord y Raoul Vaneigem.
En 1969 lo vemos en París formando parte de los Consejo por el Mantenimiento de las Ocupaciones de la Soborna durante el Mayo Francés, lo cual lo lleva en 1969 a convertirse en un miembro de la Internacional Situacionista, en Italia, junto a Gianfranco Sanguinetti, Claudio Pavan y Paolo Salvadori. Fue allí donde escribió, junto a Puni Cesoni, Il reichstag brucia?, un texto donde especula que el atentado de Piazza Fontana fue una acción de terrorismo de Estado.
Algún tipo de background debió tener Rothe para ser aceptado en la IS de Italia, pero con relación a su presencia o cercanía con grupos cercanos al situacionismo en Caracas, como fue el célebre Poder Joven o grupos de la Renovación Universitaria como el Comité Renovador de Acción Estudiantil (CRAE) o el Comité Coordinador de la Renovación (CCR), nada se sabe. Su presencia en la Internacional Situacionista está documentada por, entre otros, Miguel Amorós en el prefacio que elaboró para el libro Internazionale Situazionista, publicado por la editorial Pepitas las Calabazas, donde deja constancia de las desavenencias entre Rothe y otros miembros, culminando las intrigas un 21 de abril de 1969, cuando las secciones de Francia e Italia lo convocaron a una reunión, optando por regresar a Venezuela. Eduardo, desde Caracas, envió una carta llena de excusas formales y firmada con un irónico «¡Viva Eduardo!».
Dicen las leyendas de la subversión venezolana que continuó participando en grupos de izquierda en Italia y Portugal, donde supuestamente fue testigo de excepción de la Revolución de los Claveles.
Ya entrada la década de los ochenta, en plena desestructuración de la socialdemocracia se le pierde el rastro reapareciendo en el proceso bolivariano con el mote propagandístico de Profesor Lupa, donde se dedicó a lanzar videos de corta duración defendiendo al gobierno.
Parece un mal chiste que el aventajado alumno de Guy Debord en Venezuela terminase siendo, tiempo después, un connotado propagandista de la autoridad y de un militar como lo fue Hugo Chávez. El tiempo es implacable incluso para los situacionistas del Caribe.