Warlock, los pioneros del rock satánico en España que no vendieron su alma
/A pesar de su prometedora carrera y de su interés por el satanismo, el grupo madrileño Warlock no llegó a grabar ningún disco. Dios no lo quiso, Satán tampoco.
«Llevando solo dos meses juntos, sin equipo adecuado, con un rudimentario juego de luces, sin manager, los tres tíos: VÍCTOR RAMOS, J. A. SÁNCHEZ, FÉLIX BARAHONA salieron bien parados y nos hacen pensar en un futuro cojonudo».
Así describía una revista de la época uno de los conciertos Warlock celebrado en el barrio de Aluche en 1977. A pesar de esas entusiastas palabras, son pocos los que recuerdan hoy en día a este grupo madrileño. Nunca llegaron a entrar al estudio a grabar, ese «futuro cojonudo» no se materializó y sus miembros, cansados, decidieron disolver el grupo.
Hoy, más de cuatro décadas después, Warlock está de actualidad porque el sello Guerssen ha lanzado un LP que recoge algunas de las escasas grabaciones de época realizadas por el grupo en el local en el que ensayaban.
Este disco surgió del empeño de Víctor Ramos, cantante y guitarrista de la banda, que no quería que quedasen inéditas esas canciones que tanto habían gustado ese día en Aluche, o la vez que telonearon a Ian Gillan en el Teatro Monumental en sesión de tarde y noche, o cuando tocaron en un festival junto a Moris, Teddy Bautista y Mermelada de lentejas o en ese otro, en el que coincidieron con Eduardo Bort, Burning y CAI.
Para ello, decidió volverlas a grabar con su grupo actual, Sohpie’s Choice y se las llevó a un amigo propietario de un sello de discos para ver si le interesaba editarlas. «Mi amigo me dijo que lo que la gente buscaba eran las grabaciones originales, no grabaciones nuevas que sonasen como en los 70, y me preguntó que si no tenía alguna grabación antigua», recuerda Víctor Ramos. Sí había una, pero había sido registrada en el local de ensayo con un casete no profesional y no sonaba del todo bien. «Tú tráemela», le pidió su amigo que, tras escucharla, decidió publicar un single.
«El single llegó a manos de la gente de Guerssen que, cuando lo escuchó, le comentó a mi amigo que por qué no sacaba un LP con todo el material. Como él no estaba en condiciones de abarcar ese proyecto, les propuso que lo hicieran ellos», relata Víctor.
Dicho y hecho. El pasado 16 de junio, el sello Guerssen publicó Warlock. 40 años antes, un disco con nueve temas del «primer grupo español de hard–rock con estética / influencia satánica / ocultista de todos los tiempos».
Con motivo de este lanzamiento, Agente Provocador ha hablado con Víctor Ramos para recordar la trayectoria de Warlock desde sus orígenes hasta ese «futuro acojonante» que no fue o que tal vez está a punto de ser.
Visto con retrospectiva y aunque sonábamos muy bien, nuestro estilo era muy británico y eso ya no se estaba haciendo en el 78. Nosotros éramos muy de principios de los 70.
Agente Provocador: Además de esa curiosa profecía, la crítica del concierto de Aluche mencionaba que ese día había un lleno impresionante en la sala lo que, según el periodista, «nos dice que Las Catacumbas funcionan, ya que sin apenas publicidad es todo un éxito llenar un teatro por pequeño que sea». ¿Cómo es posible que con esas y otras buenas críticas ni siquiera llegaseis a grabar?
Víctor Ramos: Creo que el problema fue que no estábamos en el mundillo ni en los circuitos de músicos. Nosotros nos movíamos a nivel de tiendas de discos y de gente que organizaba eventos. Gracias a eso conseguimos lo que conseguimos. Fuimos a la radio, hicimos entrevistas… Pero no estábamos relacionados a nivel de compañía discográfica. Visto con retrospectiva, me he dado cuenta de que, aunque sonábamos muy bien, nuestro estilo era muy británico y eso ya no se estaba haciendo en el 78. Nosotros éramos muy de principios de los 70 y en España en esa época estaba surgiendo el rock urbano. Además cantábamos en inglés y en esa época ya se empezaba a cantar en español. Luego estaba el cambio político. Si no eras comunista tampoco encajabas, y a nosotros la política nos importaba tres mierdas.
AP: Pero el festival de la Feria del Campo en el que tocasteis con Moris, Bloque o Teddy Bautista estaba organizado por la Joven Guardia Roja, que eran las juventudes maoístas.
VR: Nosotros ni sabíamos de qué iba aquello. Lo único que teníamos claro es que los que actuaban eran la hostia. De hecho, ni siquiera recuerdo quién nos consiguió ese contrato. La cosa era que tenías que estar integrado y ser del Rrollo. También tenía mucho peso todo el tema de las drogas. Si no te drogabas parecías tontito. Por eso creo que la razón de que no funcionásemos fue un cúmulo de todas esas cosas.
AP: ¿Qué drogas se consumían en el 77 además del tabaco y el alcohol? Parece que los 60 están marcados por el LSD, los 80 por la heroína, pero ese periodo intermedio está un poco desdibujado.
VR: Básicamente era hachís. Pero si eras más guay y estabas más puesto, la heroína ya estaba ahí. Los destrozos de los 80 ya estaban en esa época. No había mucha cocaína. En el extranjero sí la había, pero en España solo en altos niveles. Casi ni se oía hablar de la cocaína pero los picos sí estaban ahí.
AP: ¿Ya no se tomaban alucinógenos?
VR: Sí, todavía había bastantes. Hachís, tripis y heroína.
AP: ¿Y algún medicamento de farmacia? Te lo pregunto porque, en esa época, las anfetaminas, por ejemplo, eran todavía legales.
VR: Sí, es verdad, las anfetaminas. El Bustaid y el Optalidon. Cuando vendía discos en el Rastro de Madrid para sacarme algo de dinero, vino un tío con una flamante Gibson Les Paul y me dijo «15.000 pesetas», cuando era una guitarra que podía estar costando 200.000. Le dije que a mí, reunir 15.000 pesetas podía llevarme mucho tiempo. Entonces me respondió «pues 15 botes de Bustaid». Luego me dijo un amigo, «¡pero si valen cuatro pesetas! Te hubiera conseguido yo los que necesitases…».
AP: Volviendo a lo anterior, ¿os planteasteis en algún momento grabar una maqueta?
VR: Eso suponía meterte en un estudio y gastar dinero. Además, había que pagar el local de ensayo. Yo no trabajaba, no tenía ni un duro más allá de una asignación semanal que creo que era de mil pesetas. Gracias a los otros dos, que trabajaban, se pudieron conseguir algunas cosas. Hacer funcionar Warlock era costosísimo. Era muy complicado.
AP: ¿Recuerdas cuánto podría costar grabar una maqueta por aquel entonces?
VR: Ni idea, pero era impensable. En aquel tiempo era todo carísimo. Los amplificadores, las guitarras era extremadamente caro. Si te cuento que yo metía mi voz por el ampli de guitarra porque ni siquiera teníamos caja de voces… Ya la mesa de mezclas, ni se sabía lo que era.
El éxito que tuvimos fue gracias al sonido. No éramos buenos, sé hacer pocas cosas con la guitarra, pero sé hacer que eso suene y aquello sonaba.
AP: ¿Qué equipo teníais?
VR: Los bafles nos los hizo el padre del bajista. Para que fueran muy bonitos los hizo enormes y eso pesaba… Si cualquier bafle de cuatro altavoces de Marshall ahora pesa la hostia, esos pesaban el doble. El mío llevaba cuatro altavoces y el del bajista uno. Pero se cascaban cada dos por tres. La gente que trabajaba en los grupos de la época tenían su Marshall pero eso para nosotros era impensable.
AP: ¿Y los instrumentos?
VR: Mi guitarra era una Ibanez y el bajo, un Teisco imitación al los originales. Una Gibson SG en mi caso y un Jazz Bass en el del bajista. Lo curioso es que ahora están supercotizados.
AP: ¿Y qué eran los Warlockpedales?
VR: ¿Los Warlockpedales?
AP: Lo he leído en una de las reseñas de los conciertos que decía «Su sonido sabemos es crudo, desgarrado y corrosivo, empleando para su consecución una serie de “warlockpedales” y con el equipo a toda “caña”».
VR: Creo que es cosecha del periodista, pero sí es verdad que utilizaba una distorsión fabricada por un amigo que sabía hacerlas y que también me hizo un amplificador de transistores. Los otros pedales eran un wah-wah, una distorsión y un JetLizer, que era una mezcla de Phaser y Chorus.
AP: Da la sensación de que era todo muy precario en esos años.
VR: Sí, era todo muy rudimentario. Por eso, el éxito que tuvimos fue gracias al sonido. No éramos buenos, sé hacer pocas cosas con la guitarra, pero sé hacer que eso suene y aquello sonaba..
De Necrophagus a la mili
Antes de formar Warlock, Víctor Ramos y Juan Ángel Sánchez tocaban la guitarra y el bajo, respectivamente, en un grupo llamado Necrophagus. Félix Barahona hacía lo propio en otra banda llamada Mackenna. Un buen día, Juan Ángel conoció a Félix y le empezó a enseñar a tocar al bajo todo el repertorio de Necrophagus. Cuando Félix se las aprendió, Juan Ángel se compró una batería.
VR: No me dijeron casi nada de todo esto porque pasó en la época en que yo estaba en la mili. Cuando volví y vimos lo que habían hecho, decidimos cambiarnos el nombre. Lo copiamos de otros Warlock que había en Inglaterra pero, en aquella época, como estaba todo tan lejos, quién se iba a enterar.
AP: Como has comentado hace un momento, en esa época también se hacía el Servicio Militar. Ahora ya no nos acordamos, pero partía vidas y carreras por la mitad. ¿Cómo afectó al grupo?
VR: La mili era una putada. Pero para que no fuera tanta putada, si te apuntabas al Ejército del Aire tenías unas ventajas como, por ejemplo, hacer menos mili y hacerla en Madrid. A mí me mandaron a Getafe, muy cerca del local de ensayo. Lo que me provocó algunos problemas porque, aunque me tocase a guardia, me iba a ensayar al local. Mi tarea era aparcar aviones y cuando llegaban y yo no estaba allí, me mandaban al calabozo.
AP: ¿Donde ensayábais?
VR: Nosotros vivíamos en la Ciudad de los Ángeles, que está entre Villaverde y Orcasitas. En aquella época era un campo con bloques de casas. Cuando estábamos con Necrophagus, una asociación de vecinos nos prestó un local, un bajo que utilizaban para muchas otras cosas. Con Warlock nos mudamos a Getafe, cerca de la estación. Allí había dos casas. En una vivía una familia con unos niños y en la otra, que la tenía un hombre vacía, ensayábamos dos grupos.
AP: ¿Cuándo acabaste la mili?
VR: Tenía que acabar en el 79, pero te daban una cosa que se llamaba Permiso indefinido y, desde mediados del 78 a mediados del 79, me las veía y me las deseaba para ir a pasar revista y esconderme el pelo para no tener que cortármelo. Lo llevaba superaplastado bajo la gorra y me encogía de hombros para que no se viera que ya colgaba por detrás y lo conseguí. Eso sí, durante años y años he tenido el sueño recurrente de que me tocaba ir a la mili otra vez y me cortaban el pelo.
AP: Según he leído después de que volvieras de la mili, les tocó irse a los otros dos miembros.
VR: Después de irme yo se fue el batería. De hecho, hay una foto por ahí en la que estamos los dos con el pelo corto. Pero el batería siempre fue muy extraño. Él era el que era satánico, le encantaba el diablo y esas cosas. Nosotros éramos más de las ciencias ocultas, de la filosofía y yo sobre todo del espacio y de los marcianos. Pero el batería siempre fue un tío muy extraño. Éramos amigos, estábamos mucho tiempo juntos pero nunca supe qué cosas tenía en la cabeza. En la mili tuvo muchos problemas, iba, venía y, en el 79 ya no aparecía, así que fue sustituido por otro batería. Ese 1979, mientras el batería iba y venía, Félix también se fue a la mili. Por eso en el concierto de Ian Gillan en el Teatro Monumental le sustituyó otro bajista.
El primer grupo satánico en la católica España
Seguidores de grupos como Black Sabbath y Lucifer’s Friends, Warlock fueron el grupo pionero del rock satánico en España, país de tradición católica en el que la separación Iglesia-Estado no acaba de estar del todo clara.
AP: ¿Cómo se recibió entre el público que fuerais un grupo satánico?
VR: Lo del rock satánico no se oía mucho por aquí, así que a la gente le molaba porque les parecíamos transgresores. Por otro lado, aunque había cosas que todavía estaban muy controladas por el régimen de Franco, en el momento en que pasamos a ser una democracia, todo cambió bastante. Había sectores que seguían pasándolo mal como el colectivo gay pero la policía ya no se metía tanto con otro tipo de cosas. Todo lo de la Movida, la libertad y todo eso yo recuerdo es haberlo vivido unos años antes. Por eso nunca nos planteamos que pudiéramos tener problemas con lo del satanismo. Aunque siempre te puede aparecer un pirado al que le siente mal y te joda la marrana, pero eso también te puede suceder ahora.
AP: ¿Entonces nunca tuvisteis un problema con las autoridades?
VR: Recuerdo que Mikel Barsa trajo a tocar a Camel, que luego no tocaron y se montó un follón… Mikel Barsa nos llamó para pedirnos prestadas las letras de Warlock porque, en esa época, para tocar en directo había que mandar las letras al Ministerio de Cultura para que las vieran y pasaran censura como si fueran las letras de Camel. Así que las letras satánicas de Warlock pasaron censura sin problema.
AP: ¿Vuestro rock satánico era teatral al estilo Alice Cooper o Black Sabbath?
VR: No sé si habría gente que lo hacía en esa época pero a nosotros ni se nos hubiera ocurrido. Eso requería una infraestructura tremenda y no teníamos medios. La verdad es que ni nos lo planteamos. Como hablábamos antes, era todo muy precario.
AP: Ya nos has contado que no hubo problemas con las autoridades de aquí, pero ¿y con las de «el otro lado»?
VR: El batería que sustituyó a Juan Ángel me recordó hace unos días una anécdota de la que yo no recordaba nada hasta que él me la mencionó. Un día, cuando aún no nos llamábamos Warlock, estábamos ensayando y pensando qué nombre ponernos. Uno de los que estábamos barajando era 666. No sé qué pasó pero, en un momento dado, se apagó la luz y desde los amplificadores sonó una voz que dijo «no hagáis eso» o «no os llaméis 666».
Aburridos de esperar el fin
La marcha de Juan Ángel Sánchez fue cubierta por un nuevo batería, Santiago Tabuenca, que aportó una nueva personalidad al grupo. Sin embargo, los contratos discográficos seguían sin llegar y las actuaciones comenzaban a escasear.
VR: El primer batería era más bruto pero Santiago era más fino. Le gustaban Premiata Forneria Marconi, King Krimson y eso hizo que el sonido no fuera igual. Luego, los temas nuevos tampoco sonaban ya a Black Sabath, a adoquín pesado. En esa época, Enrique Pérez se fue de Burning y nos comentó que se iba a dedicar al management y que si queremos ir con él. Aceptamos y empezamos a componer cosas que incluso eran más comerciales, pero Enrique nos dijo que en inglés no, que había que cantar en español. Estuvimos intentándolo, él no se dedicó demasiado a ello, perdimos contacto, no nos salían conciertos… y hasta aquí hemos llegado. Eso fue a mediados del año 80.
AP: Da la sensación de que el momento que os tocó vivir fue muy desconcertante para las compañías de discos, que no supieron cómo reaccionar. Se muere Franco, hay más libertad, los sesenta están superados, los setenta se están agotando pero todavía no se ha popularizado la Nueva Ola o el punk.
VR: A partir del 75 las cosas ya empezaron a cambiar fuera de España. Los discos no estaban tan bien grabados como los de años antes y la creatividad, hacer cosas diferentes propias de los años 60 y principios de los 70, en el 75 se convirtieron en «a ver por dónde van los tiros». A partir del 75, 76, 77, las discográficas diseñaban lo que se iba a vender y si ibas con un producto bueno, cambiaban al cantante, metían un saxo… Por eso, lo bueno de la Movida fue que hacían lo que les salía de los cojones. Aunque a nivel musical no eran grandes cosas, la creatividad era bastante buena. En ese sentido, si me hubieran obligado a hacer ese tipo de cambios me hubiera jodido un huevo y no hubiera salido el disco que he sacado ahora o el que he grabado. Por eso, por un lado estoy contento de no haber grabado en su momento porque podría no haber salido lo que éramos.
AP: Aunque ha tardado, el disco está ahí. Además, ha salido en vinilo, que eso a finales de los noventa hubiera sido imposible. ¿Has pensado presentarlo en directo?
VR: Con el nuevo grupo Sophie’s Choice no tocamos a nivel profesional, pero tengo que hablar con Guerssen. No me estoy moviendo mucho tal y como está la situación de la pandemia, pero si el disco sigue teniendo repercusión, estoy planteándome cambiar el nombre del grupo por Warlock’s Choice. A raíz de todo esto puede ser un buen momento para hacerlo y «La elección del brujo» no está mal. De hecho no se lo he comentado a nadie, eres el primero.