La llamada del Tong

En 1900, una noticia aparecida en The San Francisco Call advertía de la existencia de «una cierta tendencia del carácter chino que los mueve a incorporarse a las sociedades secretas. Sus objetivos y actividades los hacen conspiradores, porque en el secreto encuentran su arma preferida para enfrentar el despotismo y autoritarismo». Muchos de estos grupos, la mayoría de las veces como mera fachada, adoptaron los principios de las famosas logias masónicas, entonces legales. Incluso algunos se autodenominaron «francmasones chinos» y, con el paso de los años, crearon una red con el nombre de Chee Kung Tong o Chinese Freemasons of the World. «Las triadas, por lo general, son sociedades secretas formadas en Asia que en su origen no tenían propósitos criminales —afirma el historiador Peter Houston volviendo la vista hacia el pasado remoto—. Sin embargo, con el tiempo se corrompieron. Una triada activa actualmente en los Estados Unidos es la Wo Hop To, con base en Hong Kong, que domina el crimen organizado en San Francisco». Más tarde, tanto en la costa este como en la oeste, estas organizaciones crecieron hasta ser muy poderosas. Fue entonces cuando se desencadenaron las terribles guerras entre tongs.

En la mayoría de estos grupos, a partir de las ancestrales sociedades secretas fundadas siglos atrás en China, el dragón presidía las reuniones y, los más poderosos, eran conocidos como «Grandes Dragones». Muchos grupos y pandillas, bandas y asociaciones, tomaron aquel nombre, como los temidos Flying Dragons, que durante años controlaron con puño de hierro Brooklyn al estilo de otras bandas callejeras latinas o negras. Hakim Bey, un anarquista americano fascinado con historias de piratas y forajidos, abrazó la idea del tong como el mejor y más sólido sistema de organización secreta. «Un tong puede quizá ser definido como una sociedad de beneficio mutuo para gente con un interés común que es ilegal o peligrosamente marginal, de ahí el necesario secreto», afirmó en una de sus obras.

Al mismo tiempo, William Burroughs, más o menos por aquellos años, hizo otro tanto de lo mismo, cuando recomendó a los gays del mundo entero imitar a los milenarios tongs.