Kinsey y la Gran Bestia
/A finales de los años cuarenta, Alfred C. Kinsey, un pionero en los estudios sobre el comportamiento sexual, conmovió al mundo con la publicación de su tratado El comportamiento sexual en los hombres (Sexual behavior in the human male), la más completa encuesta sexual llevada a cabo hasta la fecha en hombres norteamericanos. En 1953, tras el éxito inicial, publicó su segundo volumen, que tituló El comportamiento sexual en las mujeres (Behavior in the human female).
Los inicios de los estudios se remontan unos años atrás, cuando en 1938 la Asociación Estudiantil de Mujeres solicitó a la Universidad de Indiana una carrera para estudiantes casados o que tuvieran intención de casarse. El doctor Kinsey fue el encargado de coordinar esta carrera, en la que descubrió que existían pocos datos científicos sobre el comportamiento sexual humano, por lo que comenzó su propia recolección de datos. El trabajo realizado fue colosal: él y sus socios obtuvieron más de 18 000 historias sexuales basadas en entrevistas cara a cara. En 1941, el trabajo pionero de Kinsey había ganado el respaldo financiero del Consejo Nacional de Investigación, financiado en ese momento por la Fundación Rockefeller. La tesis de Kinsey colocan todos los actos sexuales al mismo nivel tanto moral, como social o biológico, ya sea dentro o fuera del matrimonio, entre parejas del mismo sexo u opuesto. Cuando en 1955, el cineasta y ocultista Kenneth Anger decidió visitar la famosa Abadía de Thelema, en Cefalú (Sicilia), donde Aleister Crowley había fundado su templo y también su propia religión, descubrió las pinturas pornográficas realizadas por este y que aún resistían el paso del tiempo.
Kinsey, fascinado con las prácticas y los rituales de magia sexual de Crowley y su séquito, viajó hasta allí y fue retratado junto Anger, a quien había conocido un poco antes. El propio Anger fue uno de los colaboradores en su estudio, accediendo a participar en uno de sus experimentos donde al parecer fue grabado mientras se masturbaba en soledad.
Anger era el primer sorprendido ante aquel interés de Kinsey, que se hacía llamar «Prok», por el mago más célebre del siglo XX: «Kinsey estaba obsesionado con conseguir el diario sexual de la Gran Bestia», confesó. En aquellos tiempos, el polémico Kinsey vivía en el ojo del huracán. Numerosos periodistas, políticos y asociaciones de padres lo consideraban un pervertido y un pedófilo.