Entre Il Duce y Duke Ellington: vida y obra de Romano Mussolini
/Si la sombra de algunos padres amenaza con eclipsar los méritos de sus hijos, Romano Mussolini lo tuvo especialmente difícil. Pero cargar sobre sus hombros con semejante apellido no le impidió convertirse en pianista de jazz, ganándose el respeto de la flor y nata del gremio al actuar junto a Ella Fitzgerald, Chet Baker, Duke Ellington, Dizzy Gillespie y Lionel Hampton.
Romano tenía doce años cuando los partisanos colgaron los cadáveres de su padre y la actriz Clara Petacci en la plaza de Loreto en Milán, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Once días antes de ser linchado junto a su amante, Benito Mussolini disfrutaba de una sobremesa familiar en su residencia romana: una amplia casona en la que los humanos cohabitaban junto a un jaguar, dos leones, un par de gacelas, un mono, dos ponis y una pareja de tortugas. Al ver a su hijo pequeño sentado al piano, tocando una melodía, se acercó y le dijo: «por favor, sigue tocando». Romano obedeció al padre y continuó tocando el piano el resto de su vida.
«Algunos se sorprenderán al descubrir que mi padre también era aficionado al jazz —revela Romano en sus memorias— Yo sólo tenía cuatro años cuando lo escuché por primera vez. Fue en 1931, en Villa Carpena, cuando mi hermano Vittorio trajo los primeros discos de 78 rpm a nuestra casa y más tarde me dio a conocer las majestuosas interpretaciones de Duke Ellington y otros grandes del jazz». ¡Quién iba a decirle que algún día compartiría escenario con muchos de ellos! Aquella afición suponía un desafío y una contradicción: el régimen fascista de su padre, al igual que el de los nazis en Alemania, despreciaba aquella música al considerarla “degenerada”, patrimonio de los negros, los judíos, y los americanos. El poco jazz que se oía en su casa era burdamente nacionalizado: Louis Armstrong y Benny Goodman, por ejemplo, fueron bautizados en la Italia fascista como Luigi Fortebraccio y Beniamino Buonuomo. Entonces, ¿a qué Duce haría referencia Duke?
Al ver a su hijo sentado al piano, Benito Mussolini se acercó y le dijo: «por favor, sigue tocando». Romano obedeció a su padre y continuó tocando el piano el resto de su vida.
En un principio, Romano también decidió ocultar sus orígenes bajo el alias artístico de Romano Full; pero aprendió muy pronto que su verdadero apellido podría suponerle una ventaja además de una deshonra: «¿Quién no sentiría curiosidad por escuchar tocar jazz al hijo de Benito Mussolini?». Así fue como alcanzó cierta notoriedad en el Festival de Jazz de San Remo en 1956, liderando su propia banda, The Romano Mussolini All Stars, con la que giró por Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Kenia, México, Rusia, Corea del Sur y Venezuela. Pero fue precisamente en el Bussola de Viareggio, el club de jazz más famoso de Italia, donde su camino se cruzó con el de Chet Baker. Cuentan que aquella primera reunión resultó terriblemente incómoda para ambos: a Romano le preocupaba el problemático carácter de Baker y al trompetista le costó lidiar con el hijo del dictador. Cuando les presentaron, Baker le tendió la mano y dijo torpemente «Lamento lo de tu padre».
«Como dijo Fellini, el verdadero dictador es el director de una orquesta. Si él no dirige, no hay armonía». Romano se declaraba apolítico pero, como suele suceder en estos casos, se atrincheró de manera un tanto perversa en la equidistancia. Por más que condenara abiertamente las políticas antisemitas de su padre, siempre consideró el fascismo como una cuestión sentimental. «Mi padre fue realmente un gran hombre. Nosotros, sus hijos, lo respetábamos como padre, pero también por su carisma —confesó en su última entrevista— Recuerdo que en 1945, cuando murió mi padre, un periodista escribió: "El fascismo murió con Mussolini. Y de Mussolini no hablaremos nunca. Jamás". ¡Imagína tener que escuchar eso todos los días!».
Al margen de una extensa discografía que incluye títulos como Latin Taste, Minor Blues in Saint Louis, Tempo Jazz, Mirage o la banda sonora de Satanik, también compuso el himno de Forza Italia, el partido ultraderechista en el que milita su hija Alessandra, fruto de su primer matrimonio con Anna Maria Scicolone, hermana de Sofía Loren. «Para mí, el fascismo es el sentido de la patria. Y antes que nada, nos sentimos italianos y somos patriotas». Solo así puede entenderse que durante su funeral, en febrero de 2006, los himnos al estilo de Nueva Orleans conviviesen con los cánticos y saludos fascistas.