Botas, tirantes y ¡anarquía! Cuando Decibelios tocó para CNT
/Te desvelamos uno de los mayores y más insólitos misterios alrededor de los legendarios Decibelios: su actuación en un concierto en favor de los presos anarquistas antes de que llegasen las acusaciones de simpatizar con el fascismo
ANTES DEL «ROCK PALETA»
Un nuevo periodo revival pegaba fuerte en la Barcelona de finales de la década de 1970. No podía presagiarse lo que sucedería con la llegada de bandas como Decibelios, que se convertiría en la referencia estatal en importar los orígenes y los valores de la subcultura skinhead y del movimiento Oi!: era febrero de 1980 y acababa de nacer Decibelios, integrados por Fray (voz), Xavi (guitarra) y los hermanos Miguel y Manolo Alférez (batería y bajo, respectivamente).
Sus primeros ensayos los realizaron en un pequeño local del Prat de Llobregat, donde se reunían para tocar un rato las tardes de domingo. Dos de sus componentes, los hermanos Alférez, jugaban con cierta ventaja en el apartado musical ya que tocaban en un grupo de rock and roll llamado Satanás, con el que actuaron en verbenas pachangueras organizadas por comunidades de vecinos.
En aquellos primeros días la definición musical que se atribuían era la de un grupo de «punk-cañero», lo que se podría traducir como una combinación de rock duro, punk y heavy metal. Algunos los comparaban con bandas como Plasmatics o Mötorhead. Eran punk británico de segunda generación, lo que más adelante definirían como «rock putrefacto», la corriente autóctona de este género británico pero con el toque particular de los barceloneses.
Decibelios eran una banda al margen de los círculos comerciales. Tocaban música de la calle para chicos de la calle, representando una actitud de «clase obrera. Así pasaron a nombrar su música como «rock paleta». Después de los primeros encuentros en la calle Sant Pau del barrio chino y de completar la formación original, optaron por utilizar el diminutivo dB® como nombre oficial para la banda. Aunque posteriormente, y para evitar confusiones, al existir un grupo inglés llamado DB’s, en 1982 se decantaron de nuevo por Decibelios.
VÍSCERAS DE ANIMALES Y PROVOCACIÓN
«Ya entonces eran provocadores: gritaban al público o le lanzaban vísceras de animales. También cortaban trozos de carne con una motosierra, destrozaban tazas de inodoro o vaciaban extintores de incendios»
En sus dos primeros años de andadura la mayoría de los conciertos se realizaron en Barcelona y en su provincia. Tras dos meses de ensayos, se estrenaron el domingo 13 de abril de 1980 en el Prat de Llobregat. Ya entonces eran provocadores: gritaban al público o le lanzaban vísceras de animales. También cortaban trozos de carne con una motosierra, destrozaban tazas de inodoro o vaciaban extintores de incendios. Además, se disfrazaban con pelucas y vestidos que se encontraban en el local de ensayo, teatralizando así sus actuaciones en pleno directo. Con estas premisas, los ayuntamientos, los principales promotores musicales de la época, preferían contratar a otros músicos para las actuaciones.
Con el paso del tiempo, poco a poco se ligaron a la nueva generación de bandas que se enmarcaban dentro de la música Oi!, encontrando así un hueco para un público que rechazaba los estándares de la música comercial y sintonizaba con la provocación de los grupos de rock alternativo de todo el país. Decibelios evolucionó hacia algo más que un grupo de «bronca», calificativo que se habían ganado a pulso con actuaciones como la de mayo de 1980 en Can Trías en Terrassa, donde tuvieron que recoger a toda prisa y salir huyendo de las iras del público.
Desde el principio la banda hizo alarde de un punto de vista respecto a la política que varió con el paso del tiempo. Habiendo sido criados en barrios obreros y siendo miembros de la clase trabajadora, militaron o participaron en algunos colectivos y asociaciones, pero alrededor de noviembre de 1984 los miembros de la banda empezaron a sentirse desengañados y desilusionados políticamente. No se planteaban hablar de política, y mucho menos presentarse de cara al público como banda política. Decibelios era solo un grupo de música en el que la política estaba ausente. En tal caso, como mucho, eran «un grupo político que pasa de política».
NAZIS, NAZIS, NAZIS
Su vinculación con la extrema derecha siempre estuvo presente, ya fuese directa o indirectamente, a lo largo de la historia de la banda. Durante los años en activo muchos los acusaron de simpatías con el fascismo, lo que causó daños irreparables y que se mantendrían hasta la disolución de la misma. Los principales motivos fueron la exhibición de la bandera de España en el videoclip «Oi! Oi! Oi!», que Fray luciese una camiseta rojigualda con el dibujo de un skin en la película Gritos… A Ritmo Fuerte, o las voces coreando el saludo nazi «Sieg Heil! Sieg Heil!» en «Soc Un Upstart» (versión de la canción «I’m an Upstart» de los ingleses Angelic Upstarts, que, paradójicamente, era una banda de tendencia antifascista y comunista).
También, en otra ocasión, Fray fue fotografiado con una camiseta mostrando el rostro de Adolf Hitler, algo que al final resultó ser un malentendido, ya que en la parte trasera de la misma se mostraban las ciudades europeas donde el ejército alemán fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, lo que más dañó a la banda: la presencia de una treintena de neonazis de las Brigadas Blanquiazuales del RCD Español en el concierto de la Sala 2 Zeleste el 12 de noviembre de 1987, donde se grabó el disco en directo Vivo’s 88 y que marcó, prácticamente, un punto y final en su historia. Por aquellas fechas las acusaciones de coquetear con el nazismo eran frecuentes y la banda soportaba mucha presión.
El concierto en la Sala 2 Zeleste no fue un caso aislado. Algo parecido ocurrió antes, en la sala Necronomikon, el 5 de octubre de 1985, donde un conocido neonazi, también perteneciente a Brigadas Blanquiazules, subió al escenario con una bandera española e hizo el saludo fascista. Fray, que apenas reaccionó a dicha acción, siguió con la actuación. Era relativamente sencillo: ante la presencia de fascistas en sus shows, la banda podía haberlos denunciado públicamente, negando así su vinculación con el extremismo de derechas. Sin embargo, no lo hicieron.
EL INSÓLITO CONCIERTO Y EL MISTERIO RESUELTO
«Los presos libertarios eran los detenidos tras el caso Scala, en el que fallecieron cuatro obreros en un montaje policial sin precedentes»
Esto fue más o menos el final de la banda. Pero en sus orígenes estuvieron vinculados a todo tipo de movimientos vecinales y políticos. Desde hace muchos años, como si fuese una leyenda urbana alrededor de ellos, se habló de un «fantasmal» concierto para la CNT. Y así fue: se trató de su sexto concierto oficial, entonces bajo las iniciales de «dB®». Su actuación tuvo lugar en un festival organizado por CNT-AIT de El Prat de Llobregat a favor de presos políticos anarquistas celebrado el domingo 23 de noviembre de 1980 en el Casal de Cultura. Posiblemente los presos libertarios fuesen los detenidos tras el caso Scala, en el que fallecieron cuatro obreros en un montaje policial sin precedentes, y por el que seis militantes anarcosindicalistas serían juzgados por terrorismo, semanas después, en diciembre de ese año. Poco más podemos decir al respecto. Su reivindicación de la cultura de la clase obrera ya estaba presente en aquellos sus primeros pasos, lo mismo que la militancia anarcosindicalista de Fray, que llevaba militando en CNT-AIT desde los 13 años, tras criarse en un barrio con una fuerte tradición anarquista como Poble Sec.
«Miguel Alférez, antiguo batería de la banda, apenas recuerda el concierto»
El contacto con ciertas personas implicadas en el concierto, tampoco resultó útil: Carles Viñas, autor del libro Botas y Tirantes: una historia de Decibelios, la biografía oficial de la banda, no tenía datos al respecto; CNT-AIT El Prat de Llobregat, los organizadores de aquella misteriosa actuación, no poseen archivo histórico ni tienen constancia del evento. Tampoco recuerdan nada antiguos militantes de la época. Finalmente, Miguel Alférez, antiguo batería de la banda, apenas recuerda el concierto. Así y todo, el concierto tuvo lugar. Solo nos queda hacernos una pregunta: ¿qué sucedió en aquel insólito día y en el más aún insólito cartel? Solo los que estuvieron presentes saben lo que pasó, y con ello se lo llevarán a la tumba… o puede no.