Los «bárbaros intelectuales» de la Kibbo Fit


Sus rituales eran una extraña mezcla de esoterismo egipcio con paramilitarismo. Vegetarianos, críticos con el progreso y amantes de la teosofía. Así fue la comuna que horrorizó a George Orwell

A finales del siglo XIX y comienzos de XX, en Alemania creció un movimiento juvenil vinculado a la naturaleza. Integrado mayoritariamente por chicos, algunos de ellos futuros poetas e incluso ideólogos del nacionalismo alemán, reivindicaban una vida en contacto con la naturaleza, la camaradería y el folclore. En muchos de sus integrantes, podían verse parte de las ideas y valores que atravesaron la fascinante década de los veinte y la «oscuridad» de los movimientos artísticos y políticos de Weimar hasta la aparición de los nazis. Lo mismo sucedió en otros lugares como Inglaterra. De alguna manera, tenían sus vínculos con el movimiento boy scout, aunque algunos de estos grupos fueron poco a poco distanciándose de este debido a su conducta «irregular», extrañas ideas esotéricas o proclamas acerca de la sangre y la heroicidad. John Hargrave (alias «White Fox»), precisamente, provenía de aquel mundo. Entusiasta, carismático e idealista, en 1920 formó su propio grupo, uno de los más singulares y extraños de aquellos años. Lo llamó Kindred of the Kiboo Kift («Kibbo fit» quiere decir «prueba de gran esfuerzo»).

«Sus rituales eran una extrañísima mezcla de esoterismo egipcio con paramilitarismo»

Sus miembros rápidamente adoptaron una intensa adoración por este, que se convirtió en su indiscutible líder supremo. Fascinado por el culto al hombre guerrero, sus rituales eran una extrañísima mezcla de esoterismo egipcio con paramilitarismo. Al igual que muchos otros grupos en toda Europa, eran decididamente vegetarianos y críticos con el progreso. Influidos por la teosofía, muy poderosa en Inglaterra y Europa, así como por los escritos del ocultista también inglés Aleister Crowley, que había abrazado la religión y mitología egipcias, se hicieron cada vez más oscuros.

«George Orwell, que supo de ellos, no dudó en definirlos como un grupo de maníacos sexuales»

Todos tenían sus pseudónimos, con nombres de animales o tipos de árboles. George Orwell, que supo de ellos, no dudó en definirlos como un grupo de maníacos sexuales. Estandartes, uniformes, calculados ritos ancestrales, se desarrollaban bajo la omnipresente figura de Anubis, el dios egipcio. De este modo, Kindred of the Kiboo Kift creó su propio mundo oculto, soñando con una edad de oro en comunión con la naturaleza. Poco a poco, el grupo se quedó corto, al menos para Hargrave. Oficialmente, constituyó el Social Credit Party de Gran Bretaña, como facción más ortodoxa y política. Por entonces, afirmaba que su grupo era «el único movimiento genuinamente británico de los tiempos modernos». Su longevidad, a pesar de conflictos y tensiones internas, alcanzó a la década de los treinta, aunque en 1936 el gobierno prohibió la exhibición de uniformes paramilitares para frenar y vigilar las actividades de ciertos grupos ultranacionalistas que mostraban simpatías con los nazis. La riqueza de textos y simbología, diseños e imaginería producidos por el Kindred of the Kiboo Kift ya adquirió los rasgos de un culto nacional, pero los tiempos cambiaban. Llegaba, nuevamente, la guerra. Hargrave, que ya no era un adolescente, estaba metido en política, defendiendo la creación de una potente organización política nacionalista. Hablaba continuamente de la hora de los «camisas verdes», tal y como se definían ellos mismos. Sin embargo, al otro lado del charco, una vasta fuerza aniquiladora parecía hablar un lenguaje parecido al suyo. Su líder era Adolf Hitler, quien simpatizaba con muchas de las ideas del incansable Hargrave.