El político japonés que murió en directo antes que JFK
/Tres años antes del magnicidio de Kennedy, un político japonés era asesinado en directo por un joven militante ultraderechista.
En 1963, John Fitzgerald Kennedy moría asesinado en Dallas. Un magnicidio que fue grabado y que fue visto posteriormente por millones de estadounidenses por televisión. Sin embargo, dos años antes, Japón ya había vivido una situación semejante cuando uno de sus políticos más populares fue asesinado y, además, en directo.
Desde el punto de vista ideológico, Japón ha sido tradicionalmente un país conservador. Aunque a principios de los años 20 y 30 del siglo XX las corrientes políticas del socialismo, el comunismo o el anarquismo habían llegado al archipiélago y contaban con numerosos seguidores, el gobierno imperial no era demasiado partidario de aventuras progresistas. Incluso después de la derrota de la Guerra Mundial, la política nipona se escoró hacia la derecha. Una de las pocas excepciones a esa tendencia fue el político Inejirō Asanuma, que llegó a ser el líder del Partido Socialista Japonés.
Asanuma había comenzado a militar en el partido socialista en los años treinta pero, con la entrada de Japón en la segunda Guerra Mundial, se retiró de la política, actividad que retomó a partir de 1945. Durante la Guerra Fría, se mostró muy crítico con Estados Unidos que, a pesar devastado Hiroshima y Nagasaki con dos bombas atómicas, era visto por las autoridades niponas como un aliado que contribuía a la reconstrucción y prosperidad del país.
Aunque no era demasiado popular fuera de su país, en junio de 1960, la revista Blanco y Negro dedicó un amplio reportaje a Asanuma. Lo firmaba Manuel Aznar, abuelo del futuro presidente del Gobierno Español, que había apoyado el levantamiento fascista de 1936 (el abuelo), era íntimo de Serrano Suñer y fiel seguidor de José Antonio Primo de Rivera, al que incluso citaba en el texto de Blanco y Negro forma laudatoria.
En su artículo, Aznar realizó un retrato devastador del político japonés. Salvo su corpulencia, su agilidad, su musculatura, su ímpetu y disposición a la lucha, virtudes todas ellas muy del gusto de los falangistas, el periodista español no alababa ningún rasgo de Asanuma y arremetía contra él y sus correligionarios diciendo que no eran socialistas, sino comunistas, maoístas y antidemócratas, algo que Aznar, simpatizante de Franco hasta el punto de participar en la película Franco, ese hombre de José Luis Sáenz de Heredia, decía sin ruborizarse.
El artículo de Manuel Aznar estaba motivado por la negativa de Asanuma de aceptar un nuevo Tratado de Seguridad firmado por Japón y Estados Unidos, lo que le había llevado a denunciarlo en el parlamento y en la calle donde había conseguido movilizar a la población hasta el punto de que, pocas semanas después, en julio de 1960, el primer ministro Nobusuke Kichi, tuvo que dimitir de su cargo.
La tensión en las calles de Japón y los enfrentamientos políticos aumentaron de intensidad en los siguientes meses y algunos miembros de grupos de ultraderecha golpearon a diputados socialistas incluso dentro del recinto del parlamento japonés. Sin embargo, nada como lo sucedido el 12 de diciembre de 1960, cuando Asanuma fue asesinado mientras participaba en un debate. Un hecho que quedó inmortalizado por los reporteros gráficos y retransmitido en directo por la NHK, la televisión pública japonesa.
El asesino fue Otoya Yamaguchi, un joven ultraderechista de diecisiete años que, armado con un wakizaki, sable corto japonés, subió al escenario donde se estaba celebrando el debate y arremetió contra Asanuma, clavándole el arma en varias ocasiones antes de poder ser reducido. Detenido y confinado en una prisión, Yamaguchi hizo una mezcla con agua y pasta de dientes, escribió un mensaje en favor de «Su Majestad Imperial el Emperador» y se ahorcó con una soga confeccionada con las sábanas de su cama.
De entre los muchos fotógrafos que se encontraban presentes en el momento del atentado, Yasushi Nagao fue el que logró la instantánea más nítida de la embestida de Yamaguchi. Una escalofriante fotografía que fue reconocida con el Pulitzer de 1960, con el World Press Photo de 1961 y que inspiró a Kenzaburo Oe el libro Seventeen.
Con el paso del tiempo, la pose del asesino en esa fotografía, se convirtió para los ultraderechistas japoneses en un icono, hasta el punto de imprimir carteles y postales con ella. De hecho, en 2010, con motivo del 50 aniversario del hecho, Yamaguchi fue homenajeado por sus correligionarios, que no necesariamente son adultos que vivieron el hecho cuando sucedió.
Hoy en día, Yamaguchi se ha convertido en un héroe para los jóvenes fascistas japoneses, que no han dudado en modelar una figura del asesino para que pueda ser descargada y fabricada por cualquier usuario que tenga una impresora 3D y desee colocarlo como decoración. Algunos padres despistados incluso podrán pensar que su hijo, el lugar de un fascista, es un amante del manga.