Bajo el signo de Raphael: estampas apocalípticas y visiones proféticas del siglo XIX

Los movimientos revolucionarios del siglo XIX fueron de la mano con el ocultismo, dejándose guiar por las revelaciones y los presagios en su afán por transformar la sociedad y alterar el curso de la Historia. Las litografías que reunimos a continuación forman parte de una Gran Obra alegórica, cuyo verdadero significado ya forma parte de los libros de texto.


Entre 1827 y 1861, The Prophetic Messenger se destacó como la revista de esoterismo pionera en Inglaterra. También conocida como Raphael's Almanac, contribuyó al renacimiento de la astrología equiparándola a una ciencia para imponerse a los prejuicios de la Ilustración. Su máximo responsable, Robert Cross Smith, firmó sus escritos bajo seudónimo invocando los poderes proféticos del arcángel Rafael, tradicionalmente vinculado a Mercurio, el mensajero de los dioses.

Las impresionantes litografías que reproducimos a continuación se incluían como reclamo en cada número de la revista y, aunque sus imágenes resultan difíciles de interpretar por sí mismas, permiten hacerse un idea de hasta qué punto las predicciones de Raphael diferían de las que podemos encontrar en los horóscopos de hoy en día. Por un lado, no parecen preocuparse demasiado por el destino de las personas y abusan de la imaginería catastrófica, representando naufragios, terremotos, asambleas tumultuosas, tormentas eléctricas y demonios con una evidente carga alegórica. De ese modo, al incorporar a personalidades de la época, como la reina Victoria y Napoleón III, las composiciones aluden a episodios de actualidad, como la rebelión de los bóxers, y se permiten licencias poéticas para mostrar a "Hibernia suplicando a Brittania" o "una turba obedeciendo las órdenes del enemigo".

Al estudiar detenidamente las elaboradas caricaturas, textos, símbolos y paisajes, podemos apreciar el verdadero atractivo de la visión que Raphael tenía del mundo, no exenta de ironía y relecturas en clave política. Por más crípticas y sorprendentes que parezcan, al menos intentaban dotar de cierto sentido a los brutales e impredecibles acontecimientos históricos de una era convulsa que, siglos más tarde, se nos sigue antojando incomprensible y prodigiosa.