¡Eterna Irma Vep! Una entrevista con Musidora
/Una entrevista desde París con la increíble e inolvidable Irma Vep, la primera gran vampira y «musa dadá»
Los surrealistas en masa, con Breton y Aragon a la cabeza, la elevaron a la categoría de diosa noir tras su impactante interpretación de Irma Vep (en realidad, un anagrama de «Vampire», vampiro), la gran y hermosa archivillana en Les Vampires (1915), del director Louis Feuillade. Era Musidora. Es una de nuestras heroínas eternas. Esta entrevista, publicada en Muchas Gracias el 23 de octubre de 1926, es una hermosa pieza de hemeroteca. Ha abandonado España con el corazón roto (se enamoró de un hombre del mundo del toreo) y ha regresado a París, donde reinan sus amigos surrealistas con los que participó en los primeros experimentos de escritura automática y los inicios del dadá.
Musidora, la estrella del cine y del cuplé, la que fue un día proclamada la artista más bella de Francia, está en su cuarto de un gran hotel. La habitación tiene el desorden característico de los alojamientos de tránsito. Baúles y maletas en todos los rincones. Sobre una mesilla, varios álbumes forrados de piel, retratos y tres rosas magníficas.
MUSIDORA: (Coge las rosas y pregunta): ¿Quién ha traído estas flores?
LA CAMARERA: No sé, madame. Un botones me las entregó con esta tarjeta...
MUSIDORA: (Toma la tarjeta, que no tiene ningún nombre impreso, y lee: «A Musidora: Mes lévres sur vos pieds» («Mis labios sobre sus pies»): ¿Quién me mandará esto? La firma es ininteligible...
YO: Será algún enamorado...
MUSIDORA: ¡Oh! ¡Qué fastidio!
YO: Sin embargo, usted ya debe estar acostumbrada. Recibirá muchas cartas de amor.
MUSIDORA: Muchísimas. Créame: ser mujer guapa es muy aburrido. Todo el mundo se enamora de una...
YO: ¿Y eso la molesta?
MUSIDORA: Sí. Porque una se cree obligada a corresponder a todo el mundo. Y esto no es posible. Primero, por respeto a sí misma y... ¡porque no tendría una tiempo!
YO: ¿Se ha enamorado usted muchas veces?
MUSIDORA: (Una pausa. Se queda pensativa. Sonríe como a un bello fantasma ido): Yo he sido, soy, muy apasionada. Soy una mujer que sabe querer. Me enamoro bien... de lo que me enamoro: de un hombre, de un arte, de un país...
YO: De España, ¿está usted enamorada?
MUSIDORA: Con pasión...
YO: Y de alguien de España, ¿no?
MUSIDORA (Súbitamente triste): ¡Oh, calle, por Dios! España fue para mí el amor, tal vez el más hermoso... Pasó, como en el film se esfuman las imágenes, de un sueño... Yo ya estoy un poco desengañada... Todo es cuestión de resignarse y saberse conformar...
YO: ¿Le gustan a usted los toros?
MUSIDORA: Tanto que en París he dado conferencias públicas pidiendo la autorización de las corridas en Francia...
YO: ¿Qué torero le gusta más?
MUSIDORA: ¡Calle, se lo ruego otra vez!
YO: ¿Qué cualidad estima usted más en los hombres?
MUSIDORA: Que no sean mentirosos. Pero, en general, no les estimo mucho.
YO: ¿Por qué? ¿Tanto la han desengañado?
MUSIDORA: Sí. Bastante... Yo he sido demasiado amorosa; siempre fui la que puso más en el amor, y, naturalmente, he salido perdiendo... Ya no. Me he convencido de que no está bien ser tan sentimental..., cuando se puede dominar la pasión. En fin: ¡yo confío en que a los sesenta años ya estaré tranquila!
YO: ¿Qué es lo que más le gusta de la vida?
MUSIDORA: Todo lo bello, sea lo que sea: lo mismo una flor, que un traje, o un mueble, o un perro hermoso, o una mujer guapa...
YO: ¡Ah! (No digo más, un poco alarmado por esta amplitud estética de Musidora. En seguida le pregunto) ¿Es usted muy femenina?
MUSIDORA: ¿Femenina? (Una pausa, una sonrisa, un mohín picaresco). Según lo que quiera decir femenina... (Y la sonrisa de Musidora es intencionada como un dístico ambiguo de la divina Safo).
YO: ¿Tiene usted dinero?
MUSIDORA: Ahorrado, ni un céntimo. Todo me lo gasto en cuanto me gusta: en trajes, en pieles, en flores... Una cosa que me encanta es tener muchas maletas y muy buenas. En cambio, no me gustan las joyas... En el fondo, soy muy burguesa, con el único defecto de ser algo caprichosa: me gustan las cosas un poco raras...
YO: ¿Qué le gusta más de España?
MUSIDORA: Andalucía.
YO: ¿Y de Andalucía?
MUSIDORA: Los toros y los caballos.
YO: ¿Y los jinetes que torean?
MUSIDORA: ¡Silencio, por favor! (Con voz opaca, impregnada de melancolía). Todo pasa, todo acaba... Como se desvanecen las imágenes del film... No es bueno evocar recuerdos...
YO: Y, sobre todo, aquí, en este hotel, ¿verdad?
Como respondiendo a mi interrogación, en aquel instante, por los pasillos del hotel, suena un tintineo rítmico de espuelas... Por la puerta entreabierta veo pasar la figura gallarda de un gran jinete andaluz, ídolo de los públicos... Es día de corrida solemne, y el caballista, con su blanca guayabera, zahones y pavero cordobés, va al circo taurino a lidiar toros bravos con campera arrogancia... Musidora se ha puesto un poco triste... Por sus negros ojos inmensos ha desfilado, como las escenas de un film ideal, una historia pasada...