¡Feliz viaje! Cuando en España reinaron los aviones-discoteca
/A finales de los setenta y primeros ochenta, espectaculares aviones americanos fueron reutilizados como boités y discotecas móviles en Valencia, Ávila o Mallorca
«Dos jóvenes abulenses compraron, a precio de chatarra, un avión de transporte militar —Boeing C-97 Stratocruiser— procedente de la Guardia Nacional Aérea de Nueva York y lo habilitaron en 1980 como discoteca en Sotillo de la Adrada (Ávila)». Lo narraba en la página de Facebook de Javier Ochagavía Kinkman. La pareja eran José Luis Manzano y José García Castro. «En la carlinga estaba la barra, en la cola el pinchadiscos y en el lugar del depósito de combustible se encontraba la pista —describe Kinkman—. Ciento cincuenta personas podían esparcirse y tomar sus cubatas en esta discoteca monstruo de 36 toneladas, que medía 40 metros de un ala a otra y casi la misma distancia del morro a la cola. Por desgracia, en 1985, un incendio destruyó esta peculiar discoteca». Sin embargo, la espectacular e insólita discoteca, de la que han sobrevivido unas pocas imágenes, no fue la única. A finales de los setenta y primeros ochenta España se convirtió en una inmensa fábrica de desguace de estos enormes aviones, que estaban obsoletos e inservibles para la aviación de entonces.
ÚLTIMOS VUELOS
Los Boeing C-97 llegaron a nuestro país tras un acuerdo entre Estados Unidos (la USAF) y el Ejército del Aire firmado en 1970. Según Daniel Hidalgo, de la Asociación de amigos del museo del aire, «la USAF cedió tres Boeing KC-97L y dos C-97 de carga para canibalizar las piezas de repuesto necesarias para mantener en vuelo a los tres KC-97L. A finales de 1972, conforme a lo dispuesto en los acuerdos firmados, llegaron los aviones». Los C-97 fueron llevados a la Maestranza de Albacete para su canibalización. Por su parte, los KC-97L se incorporaron en Torrejón al Escuadrón 123 que los usó en misiones de reabastecimiento en vuelo a los aparatos F-4C que se encontraban en los escuadrones 121 y 122 de Torrejón.
Pero a finales de los setenta, los aviones resultaban casi inservibles y se decidió retirarlos. Lo que sucedió, no solamente en Ávila, con la espectacular discoteca regentada por Manzano y Castro, sino en numerosos puntos de nuestro país, fue que algunos pequeños empresarios presentaron proyectos al Ejército del Aire para su alquiler o compra como discotecas móviles, que los terminó aprobando. Esto fue lo que sucedió en la playa de El Puig, Valencia. En 1977, un empresario llamado Juan Guerrero Moles trasladó un avión de este tipo, ya retirado de operaciones de vuelos, y lo llevó hasta la playa, donde instaló durante años la discoteca Boite DC-7, que se haría muy famosa. Tenía capacidad para setenta personas, lo que le daba una apariencia de club exclusivo, y en principio fue todo un éxito. El disc jockey iba vestido de piloto. Sin embargo, con el paso del tiempo comenzó su decadencia. Boite DC-7, tras ser discoteca, pasó a ser un anodino pub y hasta club de alterne hasta su definitivo cierre y desguace a comienzos de los noventa, justo en plena eclosión de la ruta del bakalao, aunque por lo que sabemos el avión-discoteca, que vivía horas bajas, no se sumó a la locura.
EL TORNADO QUE DESTRUYÓ EL AVIÓN-DISCOTECA DE SEVILLA
Junto a Ávila y Valencia, también San Cugat tuvo su espectacular avión reconvertido en discoteca, que se llamó Music Box. Dos años antes de Boite DC-7, Magaluf (Mallorca) fue pionera en este tipo de locales. Su propietario lo compró por 100.000 pesetas y funcionó y resultó todo un éxito hasta que el suelo se hundió y no fue posible repararlo. Sa Porrassa vivió la apertura de una sala de fiestas en el interior de un viejo Douglas DC-6 (EC-AVA), en su día propiedad de la compañía de Transportes Aéreos del Sáhara, que finalmente fue a parar al desguace en 1998. Una increíble película muestra imágenes de la discoteca.
Porto Cristo, también en Mallorca, en 1975 contó con discotecas en aviones (Club D-3), concretamente un Douglas DC–4 de la compañía Transeuropa, que previamente había volado para Air France. Al igual que el local de Valencia, tras hacerse célebre y muy concurrido, inició unos años de olvido hasta su cierre en los primeros ochenta y su posterior okupación con noticia trágica incluida (en agosto de 1983 un incendio en su interior causó la muerte de una persona). Baleares fue el paraíso de estos locales, como el avión que hacía de disco-pub en la carretera de Portals Vells (cerca de Son Ferrer).
Hubo más: en julio de 1987, en La Matiella (cerca de Candás, Asturias), se proyectó un DC-8 de Aviaco como discoteca Zurbarán, pero no llegó a inaugurarse.
Pero quizás el más llamativo y accidentado de los aviones-discoteca fue el que existió en un DC-4 instalado cerca del aeropuerto de Sevilla. Abrió sus puertas en 1976, pero en 1978 sufrió graves desperfectos por un fuerte tornado que lo dejó inservible. Fue la última ocasión en que los clientes / pasajeros ascendieron por las escaleras del aparato directos a la sala de fiestas.