Gitanos en Berlín y el triunfo de Satanás
/La Macarrona, la Gitana o la Cotufera viajaron a Berlín para destruir Alemania, o al menos eso fue lo que afirmó la prensa católica de la visita a aquel país de una delegación flamenquera en 1895
El Siglo Futuro, un periódico católico, en su edición del 5 de julio de 1895, publicó una columna de opinión por una acontecimiento inaudito: una expedición de flamenqueros que viajaron hasta Berlín para ofrecer su arte. Meses antes, los artistas crearon una compañía en Madrid, donde ensayaron el espectáculo. Los alemanes los presentaron como «Los 27 gitanos», aunque eran en total solamente dieciocho.
«Gitanos son aquellas mujeres y muchachas morenas —un híbrido entre africanas y andaluzas— que aparecen en todos los libros de viajes»
La prensa española y alemana habló en grandes términos de los aventureros andaluces en tierras germanas, que llenaron en cada función, aunque los alemanes los presentaron casi como «bárbaros». Un periódico berlinés se preguntaba: «¿Quién y qué son “Gitanos”?», para responder con la actitud darwinista y filoracista de la época: «Gitanos son aquellas mujeres y muchachas morenas —un híbrido entre africanas yandaluzas— que aparecen en todos los libros de viajes». Muy pronto, la «fiereza» gitana se disipó para la tranquilidad de los berlineses, que comprendieron que se trataba de gente «alegre y afectuosa». Actuaron diariamente en un salón con capacidad para 2500 personas. La compañía tuvo un éxito increíble, alcanzado la cifra de más de veinte mil asistentes a sus funciones, en las que el baile y la música se interpretaban sobre un escenario que simulaba un café cantante.
El artículo se tituló «El libro cambio de Satanás»:
«Una compañía de cante y baile flamenco ha establecido en sus reales en Berlín: esta noticia que va rodando por los periódicos ha puesto El Imparcial de hoy este título “La Conquista da Alemania”, pero estaría más en su lugar este otro: “El desquite de España”. Porque los alemanes nos han conquistado a los españoles por medio de la cerveza, el amílico y la filosofía krausista, y no es de extrañar, por lo tanto, que en justa correspondencia y legitimo agradecimiento, España les haya enviado la flor y nata de sus cantaores y bailaoras. Es una de tantas consecuencias de los principios librecambistas; es un simple cambio de productos. Pero en este cambio, por malo que sea lo que se les ha entrado a los alemanes por las puertas de Berlín, quedamos todavía en descubierto con ellos; porque no hay punto de comparación entre las víctimas que allí ha de causar el flamenquismo y las que entre nosotros han causado y causan el alcohol de trapo, el yo pensante, inmanente y transeúnte, y la cebada fermentada. Con esta diferencia que es muy de notar que las desvergüenzas del cante y baile flamenco tienen en Alemania su natural asiento y pasarán allí por jaculatorias y afectos espirituales; porque en un país donde se rinde culto a la memoria de Lutero, y la prostitución se encuentra en estado tan floreciente que en Berlín tan solo, según la última estadística, hay ochenta mil mujeres encasilladas; la Macarrona, la Gitana y la Cotufera se acreditarán de retrógradas y nada más».
[Vía papelesflamencos.com y flamencasporderecho.com]