Sid Vicious no fue más que un niño
/Posiblemente sea uno de los cortometrajes más bizarros que hayas visto. Fue dirigido por el colectivo artístico de músicos radicales Die Tödliche Doris y pretendía retratar la atormentada vida del ex bajista de Sex Pistols, ya fallecido, a través de la vida de un niño de dos años, al que pasearon por Berlín con esvástica incluida
Desciende las escaleras y dispara sobre una multitud, haciendo realidad la idea surrealista de disparar a una muchedumbre con pistolas en lugar de puños. Vomitaba sobre sus fans, se autolesionaba, desfilaba por la calle torpemente dando pasos hacia el abismo, que finalmente llegaría el 2 de febrero de 1979. Desde entonces, cada aniversario se organizarían en varias ciudades (Londres, Berlín…) concentraciones en homenaje a su figura, alimentando así el mito del músico punk yonqui.
«Aparecen los “grandes” momentos de su auge y caída: sus cortes en los brazos, sus intentos de suicidio, la sangre y la muerte, pero en la presencia de un niño que gatea por la calle con candado al cuello»
Sin embargo, cuando en 1981, con el recuerdo de su suicidio tan cercano, se estrenó la película Das Leben des Sid Vicious (La vida de Sid Vicious), dirigida por un colectivo radical alemán, también banda, llamado Die Tödliche Doris, con sede en el Berlín occidental, la visión de un niño de tan solo 2 años de edad disfrazado de Sid Viciuous (camiseta con esvástica incluida) superó todas las líneas rojas. Sucedió en el Arsenal, un cine alternativo berlinés, como una parodia a la famosa película de Julian Temple, con patrocinio de Malcolm McLaren The Great Rock 'n' Roll Swindle (1980), un falso documental sobre los Sex Pistols que se había estrenado hacía poco. Aparecen los «grandes» momentos de su auge y caída: sus cortes en los brazos, sus intentos de suicidio, la sangre y la muerte, pero encarnado en un niño que gatea por la calle con candado al cuello.
Para Die Tödliche Doris, influidos por la filosofía del Do It Yorself, todo se trataba de punk, una especie de prolongación de la famosa ilustración e idea publicada en uno de los fanzines pioneros del movimiento que venía a dar las claves para hacer punk. Solamente hacían falta tres acordes y mucha rabia: «Esto es un acorde... esto es otro... esto es un tercero. Ahora forma una banda». Grababan en una Super 8, que comenzó a utilizarse alrededor de 1965 y comercializado por Kodak. Inicialmente estaba previsto que fuese un medio de cine casero para retratar cumpleaños, vacaciones o momentos importantes de la vida cotidiana, pero muchos artistas, incluidos Die Tödliche Doris, lo convirtieron en santo y seña de sus trabajos. En 1981, cuando estrenaron la bizarra cinta, ya estaba en desuso salvo para el cine alternativo y directores como Derek Jarman o Kenneth Anger, entre muchos otros, todos influenciados igualmente por las subculturas juveniles, el anarquismo y la subversión artística. Era similar a las producciones caseras de los grupos amateurs, que solían durar muy poco. Los casetes de 8 mm solo duraban tres minutos.
Die Tödliche Doris (un juego de palabras que significa «dosis letal») era, además, un grupo anarquista de música que editó numerosos discos y casetes. Funcionaron entre 1980 y 1987 y fue fundado por Wolfgang Müller y Nikolaus Utermöhlen, al que más tarde se unieron Käthe Kruse, Chris Dreier, Dagmar Dimitroff y Tabea Blumenschein. Realizaron agresivas performances y firmaron furibundas canciones, pero esta cinta de poco más de diez minutos es uno de los documentos punk más insólitos.