Brigada Policial Antiadivinas: la policía contra la «brujería terrorista»
/«Plaga de garitos y secuaces de Nostradamus», así se refería el periódico Caras y Caretas de Buenos Aires, en su edición del 31 de agosto de 1901, para dar cuenta de la creación de una Brigada Policial Antiadivinas dirigida por el juez Servando Gallegos y el comisario Eduardo L. Vivas, que contó con un grupo de investigadores y agentes destinados a dar con las adivinas y procesarlas por fraude y superstición.
La prensa hablaba de ellas como perpetradoras de un «terror elegante», advirtiendo que atraían a todo tipo de incautos e incautas. Un periodista se coló en el gabinete de una adivina para posteriormente escribir la crónica como si fuese una sociedad secreta: «El gabinete es todo negro, o todo rojo, imponente con una calavera bordada en trencilla blanca sobre el tapiz sombrío. No se oye un ruido. La infeliz está a punto de desmayarse, cuando del fondo, como un fantasma, con los cabellos sueltos sobre la túnica negra y el resto aprisionado entre el bonete agudo de las consagraciones, surge la figura espantable de la señora Atalanta con la baraja negra, las víboras, el bocheniche ornamental de la brujería terrorista».
Esa «brujería terrorista» dio lugar a registros y la aprehensión de importante material relevante para la brigada especial, como «un número incalculable de esculturas de santos, como varios san Antonio de plomo, chicos y repulsivos desde lejos, abundan muchísimo; pero los cristos los han sobrepasado». Las detenciones fueron sucediéndose una tras otra y las detenidas y fichadas por nigromancia conducidas a comisaría en una campaña que el periódico calificó de «moralizadora» contra las adivinas, esa «infame comparsa de malas mujeres».