La Nueva Ola, una «plaga de rockeros» portada de El País Semanal
/En marzo de 1980 se publicó un gran reportaje que daba cuenta de un nuevo fenómeno musical en Madrid: «De solidaridad entre nosotros, nada. Somos como buitres», afirmaba Alaska, junto a fotos y declaraciones de Aviador Dro o Paraíso, entre otros.
Sobre Alaska y los Pegamoides: «Les gusta pasear por los complejos arquitectónicos al estilo Nuevos Ministerios. La chica, Olvido, es secretaria y el resto estudia. El grupo se formó en el Rastro madrileño. Alaska vio a dos chicos y les preguntó si querían formar un grupo. Y se juntaron. Llamarlos músicos es insultarlos», decía el pie de foto en el que se veía una icónica imagen de la banda en su mejor momento.
En marzo de 1980, El País Semanal, suplemento del diario, publicó un extenso reportaje (que, además, venía en portada) a todo color de seis páginas, firmado por la periodista Esther García y con fotografías de Antonio Tiedra, que vino a «certificar» un fenómeno que llevaba existiendo ya algún tiempo: la efervescencia de la escena de bandas de rock en la capital, capitaneados por formaciones entonces en su mejor momento como Alaska y los Pegamoides, Paraíso o Aviador Dro, entre otros. Aparecían declaraciones de grupos como Mermelada, Bólidos o Nacha Pop.
«Pueden llevar varios años en esto, como Paraíso, Alaska y los Pegamoides o Zombies, o tal vez sean tan recientes como los que forman la AGME (Asociación de Grupos Musicales Españoles). Pueden ser un invento de una casa discográfica —como Sissi— o vivir absolutamente a sus espaldas, como Los Rebeldes. Los hay de aspecto años cincuenta, caso Mario Tenia y Los Solitarios, o bien se lanzan hacia un futuro mecanicista, como el Aviador Dro. Algunos desaparecieron como grupo y a pesar de ello son conocidos: el caso de Tos. Otros son conocidos sin casi haberse formado, como las Betty Bop. Y los hay de todos los estilos, desde el pop duro de Nacha Pop, hasta el blando de Trastos, pasando por Mamá y Mermelada».
«Metro Tetuán, salida a Algodonales. Calle de Bravo Murillo, de Madrid. Dos manzanas y a mano derecha la calle se desgaja en otro nombre. A trozos asfaltados y trozos no, se alarga la calle Tablada. Alguna sábana tendida la blanquea. Algún bar, talleres de reparación y el restaurante económico hasta llegar al número señalado. El veinticinco. La puerta del garaje azul casi tropieza con la camioneta. Y, paralelamente, la música y el oído se encuentran. Una mirada al vigilante. ¿Dónde ensaya Paraíso? Dos, tres, cuatro, diecisiete puertas repartidas laberínticamente. Iluminadas por lucecitas rojas, con rojo de ensayo, de prohibido. Segundo pasillo al fondo. Dice el cartel: “Paraíso”. “Paraíso existe porque queremos vivir de algo que nos guste. Y nos gusta la música. Y ahora mismo es un buen momento para vivir de la música. Los grupos de nueva ola pretendemos acabar con el mito de la música progre, de los grupos que coquetean con la izquierda, pero tienen buenos equipos y van por la pela. Queremos desmitificar eso. Nosotros somos un grupo comercial que intenta dar el salto a los cuarenta y las listas de superventas. Se trata de que la gente deje de oír mamarrachadas, en un local de Lavapiés, un sótano mugriento donde se oxidaban los instrumentos. Como no estábamos preparados, hacíamos las actuaciones con nombre supuesto. Y con equipo prestado, porque no teníamos equipo. La primera fue en la Universidad Autónoma de Madrid; éramos Rudy Soplapollas y los Obtusos, una copia de Ian Dury y los Zoquetes. Salíamos quince al escenario. Fue todo muy mal. Yo tiré biblias a la gente, el público se cabreó y nos lo pasamos muy bien. La segunda actuación era un concurso en M&M; salimos como Cadillac Mentolado y pasamos a la final. La tercera actuación fue en Camarena, en Aluche. Hicimos unos carteles muy horrendos, pero muy efectivos; llevaron a trescientas personas, y esa vez fuimos Gilda y los Garbos. Pensamos que ya estábamos preparados y que podríamos dar el paso de presentación en el teatro Martín, y lo hicimos el 28 de marzo de 1979, y ya vamos para el aniversario”».
«De solidaridad entre nosotros, nada. Somos como buitres. Como hay poco dinero, para un concierto que hay, hay tortas. Se habla mal de los otros, se mete mucha cizaña, a nivel incluso de que un miembro deje un grupo. La nueva ola es como una familia descompuesta y somos los parientes pobres. Los Rebeldes y nosotros» (Alaska)
«La solidaridad de ahora ha surgido a partir de grupos como Cucharada y los que componen la nueva ola. Los grupos anteriores, de solidaridad, nada. Había una competitividad muy fuerte y una forma de actuar muy del hampa, muy del tópico de rock y hampa, entendiendo el rock como una forma baja de vivir y moviéndose así». Se tiraban al rock como quien se tira a la prostitución. Eran todos de nivel social bajo y fueron lanzados con una idea muy clasista y ellos se ponían más quinquis todavía. La nueva ola es de clase media y alta, y no se ponen quinquis, “porque ni lo son ni lo saben ser”, dice el Zurdo. Y el Pegamoide, añade: “De solidaridad entre nosotros, nada. Somos como buitres. Como hay poco dinero, para un concierto que hay, hay tortas. Se habla mal de los otros, se mete mucha cizaña, a nivel incluso de que un miembro deje un grupo. La nueva ola es como una familia descompuesta y somos los parientes pobres. Los Rebeldes y nosotros”. Y mientras Radio Futura, Trastos, Paraíso, Mamá, Mermelada, Plástico, Cocodrilo, Nacha Pop, Zombies, Alaska y los Pegamoides esperan su lanzamiento —y grabar—, los grupos que todavía no han firmado siguen promocionándose. Como Aviador Dro y sus Obreros Especializados, trabajándose especialmente la publicidad. Y la sorpresa. Vestidos de negro, con un mono plastificado y chirriante, se pasean por los bares de moda. Vistiéndose el nombre. Ajustándose las espesas gafas de aviador, mientras con movimientos escuetos reparten papeles por las mesas. Reacción. El plástico chirriante se va. “Asimila el sentido de tu vida sistematizada; la televisión es nutritiva, sé una chica plexiglás; nuclear, sí, por supuesto”. De mensaje. El interrogante queda en las caras. Y un cuestionario a rellenar: “¿Qué son: cuatro payasos, unos fascistas, locos, verdaderos mutantes?”».
[Vía Ediciones Moulinsart]