La policía secreta de Salazar también asesinó en Badajoz
/En febrero de 1965, un comando de la policía secreta portuguesa asesinó en Badajoz a un opositor del dictador Antonio de Oliveira Salazar y a su secretaria, con la complicidad de las autoridades franquistas y los medios de comunicación españoles.
«La aparición de dos cadáveres en la frontera hispano-portuguesa y los indicios de su posible identificación con el exiliado portugués Humberto Delgado y su secretaria, han lanzado a los diarios de toda Europa la dosis habitual de sensacionalismo». Con esas palabras se refería el diario ABC en su edición del 29 de abril de 1965 a la aparición tres días antes de dos cadáveres en la localidad de Villanueva del Fresno, una pequeña localidad de Badajoz.
Según la autopsia, los cuerpos habían sido desfigurados con ácido y cal y estaban en avanzado estado de descomposición, debido a que habían sido abandonados en el lugar aproximadamente dos meses antes. Esa fecha fue la que hizo que la policía, medios internacionales e incluso ABC barajasen desde el primer momento la hipótesis de que los cadáveres pertenecían a Humberto Delgado y su secretaria, la brasileña Arajaryr Moreira de Campos, desaparecidos en febrero de ese año sin dejar rastro.
No obstante, las informaciones de ABC y otros medios españoles no estaban tanto orientadas a descubrir a los culpables del hecho como a desprestigiar la figura de Delgado, un destacado militar portugués por entonces opuesto a la dictadura de Oliveira Salazar, aunque eso no siempre había sido así.
Nacido en 1906 en Torres Novas, Portugal, Humberto Delgado entró en el colegio militar con diez años y allí permaneció hasta 1922. Cuatro años después participó en el golpe de estado que acabó con la república democrática portuguesa e instauró una dictadura que, más tarde, se convertiría en el Estado Novo de Oliveira Salazar. Durante los siguientes años, Delgado apoyó al dictador y mostró sus simpatías por otros líderes de ultraderecha como Adolf Hitler. Sin embargo, en 1958, decidió concurrir a las elecciones presidenciales enfrentándose al candidato salazarista, lo que hizo que el dictador decidiera boicotear su campaña y, en último término, protagonizar un sonado fraude electoral.
Tras la derrota, Humberto Delgado sufrió una agresiva persecución. Fue expulsado del ejército y obligado a buscar refugio en la embajada Brasileña, antes de salir para el exilio en Brasil, Argelia y Roma, donde fundó el Frente de Liberación Portugués.
Una extraña desaparición
Tras analizar la situación política de Portugal, Humberto Delgado resolvió que la única forma de expulsar a Salazar del poder era dar un golpe de Estado en el país. Para conseguirlo, comenzó a reunirse con diferentes grupos de la oposición portuguesa, incluidos el Partido Comunista, miembros de la OAS argelina y pieds noirs.
En 1964, durante una de esas reuniones celebrada en París, Delgado contactó con un militante opuesto a Salazar que vivía exiliado en Roma y con el que diseñó un plan para poder pasar clandestinamente a Portugal a través de la frontera hispano española. Sin embargo, ese militante no era quien decía ser, sino un miembro de la PIDE, la policía secreta salazarista, que había decidido poner fin a las molestias que generaba Delgado, deshaciéndose del exmilitar.
El líder de la resistencia portuguesa fue citado en la frontera hispano portuguesa, en las inmediaciones del río Olivenza, donde se suponía que se iba a reunir con otros opositores al salazarismo. Sin embargo, con quienes se encontró fue con miembros de la PIDE y, a partir de ese momento, se perdió toda pista sobre él.
La extraña desaparición de Delgado hizo que los miembros del Frente de Liberación Portugués comenzasen a sospechar de otros grupos enfrentados a ellos, como el Partido Comunista o incluso de disidentes del propio FLP. Sospecharon de todos, menos de los salazaristas.
A pesar de lo poco creíble de esas teorías, durante varias semanas fueron las más extendidas, en buena parte por la colaboración de numerosos periódicos europeos que apoyaban sin fisuras el gobierno fascista de Oliveira Salazar. Uno de ellos fue ABC, que llegó a publicar todo tipo de bulos para alejar el foco de la investigación del dictador portugués y desprestigiar la figura del opositor asesinado.
Con esa finalidad, el 29 de abril de 1965, el diario madrileño afirmaba que Humberto Delgado había estado en Badajoz con una identidad falsa. «Se había dicho entonces que era Humberto un tal señor Ibáñez, que se alojó en el Hotel Simancas, de esta ciudad, al parecer en la habitación 215, hacia el 15 o 16 de febrero. Este y su compañía desaparecieron precipitadamente, sin pagar el hospedaje abandonando una maleta, que le fue entregada a la autoridad judicial. La maleta contenía anticonceptivos y afrodisiacos, además de los efectos habituales, entre ellos un gorro de piel y ropa de marca conocida».
El miércoles 5 de mayo, ese mismo diario publicó un artículo titulado «Nadie podía tomar en serio a Humberto Delgado», en el que se hacía eco de un texto publicado en el periódico portugués Diario da Manhã en el que se decía «El Gobierno portugués no podrá encontrar en los últimos tiempos un jefe de la oposición tan discutido y tan ineficaz, pues nadie podía tomar en serio a aquel hombre inquieto, inconsecuente, que perdió todo crédito en su propio país al tomar partido en el problema esencial de Angola por los terroristas y en contra de la juventud portuguesa que allí se bate. Delgado incomodaba mucho menos al Gobierno de Lisboa que a las facciones de emigrados políticos que no conseguirán reagruparse».
Incluso cuando se descubrió que el asesinato había sido cometido por miembros de la PIDE, ABC publicó el 17 de febrero de 1966 una noticia que exculpaba a los policías salazaristas. «No hubo intervención de la PIDE en los sucesos de Badajoz», titulaba el diario conservador que, a continuación, daba delirantes explicaciones para justificar por qué esos ciudadanos portugueses habían estado en España, posteriormente negaba que hubieran cometido el asesinato y afirmaba que, de haberlo hecho, no eran miembros de la policía salazarista. Por si no fuera suficiente pirueta, en caso de que finalmente sí fueran miembros de la policía salazarista, ABC decía que no habrían cometido el crimen por órdenes del gobierno portugués, sino por encargo de grupos opuestos a Delgado.
A pesar de los intentos de la prensa afecta al régimen franquista y simpatizante de Salazar, investigaciones posteriores pudieron reconstruir lo que había sucedido en la frontera hispano portuguesa ese 13 de febrero de 1965. Efectivamente, Delgado y Moreira de Campos fueron emboscados por miembros de la PIDE, que tenían órdenes de secuestrarlos y trasladarlos a Portugal. Sin embargo, uno de los miembros del comando, Casimiro Montero, disparó contra Delgado, que estaba desarmado, estranguló a la mujer y abandonó sus cadáveres sin mayor preocupación.
Cuando Oliveira Salazar fue informado del inesperado desenlace, se limitó a decir «Uma maçada!», que en castellano vendría a ser «¡Menuda lata!».