Las mil y una mentiras de la guerra entre rockeros y technos
/A comienzos de los ochenta, heavies y rockeros españoles declararon la guerra al techno. Incluso se publicó un cómic en el que Devo se enfrentaba a Ramones, que a su vez intentaban violar a Blondie. Sin embargo, Tino Casal produjo a Obús y les cambió el look
Durante años fue una guerra declarada: rockeros contra lo que llamaban «techno», lo mismo que años antes había sucedido entre seguidores del rock castizo y el rollo contra la nueva ola que llegaba de Inglaterra y que intelectualmente fue liderada por Corazones Automáticos con sus artículos en Disco Express. Barón Rojo y Obús, los principales grupos heavies, parecían haber declarado la guerra a la «frivolidad» de la música de baile. La evolución musical española pasó del rock barrial o del progresivo de Leño, Asfalto, Storm, Topo y Burning, entre otros, a las primeras bandas de heavy rock influenciadas por todo lo que estaba pasando sobre todo en el Reino Unido con la New Wave of British Heavy Metal. No es nada pacífica la cuestión, pero los valencianos Zarpa fueron posiblemente los primeros en publicar un disco, en este caso un Ep, que sonaba a heavy metal, Los cuatro jinetes del Apocalipsis (Zeus Rock, 1978). Tardarían cinco años en publicar su primer largo Ángeles o demonios (Xirivella Records, 1983), ya con Obús y Barón Rojo a pleno rendimiento.
«Parte del sonido del hoy clásico primer disco de Obús se debe a Tino Casal, que hizo de ingeniero de sonido y estilista»
Sin embargo, la supuesta guerra no fue del todo cierta. Incluso el famoso montaje en que se ve a Tino Casal junto a Fortu de Obús, mano a mano (o mejor dicho, espada contra espada), fue un acuerdo, una broma. Ambos fueron grandes amigos. Parte del sonido del hoy clásico primer disco de Obús se debe a Tino Casal, que hizo de ingeniero de sonido y estilista: «Fue en la primavera más bien verano del 81; habíamos firmado contrato con Chapa Discos (Zafiro) y nos asignaron como productor ejecutivo a Luis Soler. Quedamos en vernos en nuestro local de ensayo de Vallecas y allí apareció con un pibe que nos sacaba la cabeza, con chanclas de purpurina y rimmel en los ojos, todo un shock para unos rockeros que vestían de negro, chupa y camperas hasta en agosto», cuenta Juan Luis Serrano, bajista de la banda, para la genial web septimamenor.es. El cantante aún no era nada conocido. Incluso se dijo que el vestuario de Obús con el que aparecen en aquel disco era del propio Tino Casal, que en 1980 vestía como lo haría toda la generación de heavies que vendrían luego. El Tino Casal de aquel momento y los Obús de dos años más tarde son casi personajes intercambiables. Fue él quien les sugirió cambiar su hasta entonces imagen de cuero negro por un look londinense. Fernando, Fortu y Tino viajaron hasta Londres a comprar ropa en las mejores tiendas y rastros de la ciudad. Volvieron cargados.
La relación se mantuvo durante años. Los dos primeros discos los produjo el cantante y se grabaron en los estudios Scorpio, propiedad de Luis Cobos. Muchas voces o el uso de reverb fueron culpa suya. Luego Tino Casal se hizo famoso. Y junto a Fortú escenificó una supuesta guerra entre rockeros y technos en un reportaje para la revista El Gran Musical. No todo fueron halagos. Muchos rockeros rechazaron aquella amistad y colaboración:
Tino Casal contra Fortú en «Heavy contra tecno» (El Gran Musical, 1982)
«Todo era un tanto absurdo, aunque quizás la obra “cumbre” fue un tremebundo cómic que se publicó en España titulado Devo contra Ramones, en el que Blondie es salvada por un grupo techno de ser violada en grupo a manos de unos salvajes Ramones»
«La segunda prueba de fuego de los Obús no tuvo ni mucho menos la repercusión que había tenido su álbum de presentación —cuenta Vicente Romero, director de Chapa Discos—. En principio las cosas se habían extremado tanto en las distintas vertientes musicales que cuando el disco salió a la venta con la portada destacando descaradamente la producción de Tino Casal, este había llegado ya a la cumbre como el nuevo David Bowie a la española, demostrando su categoría como músico genial. Pero eso en vez de ayudar, lo que hizo es mosquear muchísimo a los seguidores del movimiento empeñados en una lucha sin cuartel contra todo lo que fuera techno o pop. Encima fueron tiempos lamentables en los que las declaraciones de unos y otros estaban a la orden del día y en vez de currar fuertemente, muchos perdían la fuerza por la boca», cuenta en El Heavy Metal en España, 1978-1985: fases de formación, cristalización y crecimiento (UCM, 2016), una estupenda tesis doctoral de Fernando García Poblet sobre el surgimiento del heavy metal en España.
Aunque tarde, heavies y rockeros españoles se inspiraron en entrevistas subidas de tono o canciones contra el techno y la música disco, sin distinguir uno de otro, pero asociados al uso de sintetizadores y la música de baile. Incluso por protestas que acabaron con incidentes y disturbios, como la famosa Disco Demolition Night de Chicago, en 1979, una noche de protesta contra la música disco promovida por un disc jockey rockero y que terminó con cargas policiales y heridos al grito de «¡Disco Sucks!».
La lucha sin cuartel sucedió entre 1982-1983. Los grupos heavies, en expansión, pierden contrataciones de los ayuntamientos a favor de grupos pop y techno. Las televisiones, que inicialmente habían recogido la aparición del nuevo fenómeno, cada vez dan más espacio a grupos influenciados por la música de la nueva ola y el uso de sintetizadores que venía de Reino Unido. Además, los fans del heavy metal, entre 1978 y 1983, en distintos macrofestivales rockeros que se suceden por todo el país, protagonizan incidentes con la policía o destrozos de mobiliario público. Se sienten marginados. Son ellos los primeros que cargarán contra la «traición» socialista con la aceptación de la OTAN y la represión policial. En mayo de 1982, se escenificó la división con un acalorado y, por momentos, extraño debate entre «carrozas y progres, rockeros y tecnos», que era como decir entre lo nuevo y lo viejo, en el programa Su Turno dirigido por Jesús Hermida. Intervienen, entre otros, Alaska, Carlos Tena o Mariscal Romero. Clara Morán, del grupo Oviformia, toma el micrófono tímidamente, reivindica y defiende los sintetizadores (surgen los abucheos) y se desata un abrupto debate. Todo era un tanto absurdo, aunque quizás la obra «cumbre» fue un tremebundo cómic que se publicó en España en 1979 por la edición española de un «Especial rock» de Metal Hurlant (dibujo de Luc Cornillon y guión de Philippe Manoeuvre) titulado Devo contra Ramones, y en el que Blondie es salvada por un grupo techno de ser violada en grupo a manos de unos salvajes e irreconocibles Ramones. Abajo, al pie de la portada, se leía: «¡Querido lector, las calles de Nueva York no son seguras!». Blondie es acorralada mientras arriba, en lo alto, como si fuera un superhéroe, vemos a un miembro de Devo con antifaz.