Los anarquistas españoles acusados de atentar contra el presidente de EEUU
/En 1919, catorce militantes anarquistas españoles fueron acusados de querer atentar contra Woodrow Wilson. Si bien nunca se encontraron armas ni explosivos, fueron expulsados del país en otro ejemplo de manipulación policial y judicial, que llegaría a su cenit con la condena de Sacco y Vanzetti.
En 1919, Woodrow Wilson recibió el Premio Nobel de la Paz. Para los responsables de la Academia Sueca, el presidente estadounidense merecía el galardón por su contribución a la paz y por poner fin a la Primera Guerra Mundial impulsando la Sociedad de Naciones y el Tratado de Versalles.
Sin embargo, si se analizaba con un poco de atención la carrera política de Wilson, eran más las decisiones deshonrosas que las admirables. Para empezar, antes de poner fin a la Guerra europea, la había fomentado e incluso había hecho todo lo posible por participar en ella, desarrollando así una política intervencionista e imperialista.
De hecho, siguió apoyando la participación de Estados Unidos en el conflicto europeo a pesar de que la ciudadanía estadounidense estaba en contra. Para convencer a sus compatriotas, Wilson contrató a una agencia de relaciones públicas que comenzó a fabricar noticias que explicaban el bien que supondría para la humanidad que la democracia estadounidense fuera implantada en esos países del viejo continente, muchos de los cuales ni siquiera celebraban elecciones libres. Una teoría que aún hoy sigue funcionándole al país norteamericano a la hora de justificar su participación en conflictos armados.
Por lo que respecta al ámbito doméstico, Wilson era un convencido defensor de las leyes de segregación racial, simpatizaba con el Ku Klux Klan y, por si su racismo no estaba suficientemente probado, D. W. Griffith incluyó una cita suya en El nacimiento de una nación.
Si todo eso no fuera ya suficiente, durante la gripe española de 1918, Wilson ocultó a la opinión pública los brotes que se estaban produciendo en los campamentos militares, lo que provocó que muchos de los soldados que embarcaron rumbo a Europa, ya estuvieran enfermos y contagiasen a sus compañeros durante la travesía.
Ante semejante hoja de vida no era de extrañar que Woodrow Wilson fuera una figura hostil y desagradable para militantes de izquierdas. Lo que nadie se esperaba era que la policía utilizase esa animadversión para acosar a sindicalistas e intentar desmantelar a uno de los sindicatos más importantes de la época: el Industrial Workers of the Worls (IWW).
En febrero de 1919, diferentes periódicos estadounidenses entre los que se encontraba The New York Times publicaron la noticia de que un grupo de anarquistas había planeado asesinar a Wilson. Se trataba de unos militantes del IWW cuya principal característica era que todos ellos, nada más y nada menos que catorce individuos, eran españoles.
«Ninguno de los catorce detenidos son ciudadanos estadounidenses. Son todos españoles y la mayoría ha llegado al país en el último año y medio», informaba The New York Times, que añadía que ninguno hablaba inglés correctamente y que, desde su llegada, habían tenido relación, además de con el IWW, con varios grupos radicales relacionados con las ideas bolcheviques. Durante las detenciones se les habían incautado ejemplares del periódico El Corsario, carnés del IWW, «propaganda de apoyo a los Presos Políticos Estadounidenses» y una fotografía de Karl Liebknecht, político alemán asesinado junto a Rosa Luxemburgo unas semanas antes. Lo que no apareció de ninguna de las maneras fue la bomba que, se supone, iban a utilizar para acabar con Wilson.
A pesar de ese detalle, las autoridades siguieron adelante con la expulsión del país de ese grupo de españoles que, en el fondo, era lo que realmente se pretendía con esa y otras operaciones semejantes. De hecho, los lectores de The New York Times que leyeron la noticia de la detención de los anarquistas españoles posiblemente recordaron que, unos días antes, el 12 de febrero, ese mismo periódico había publicado otra noticia muy parecida.
En esa ocasión, los acusados de intentar asesinar a Wilson eran unos anarquistas italianos que, durante meses, habían sido seguidos por la policía secreta. «Podíamos haberles detenido en cualquier momento, pero las instrucciones eran seguirles la pista para saber cuántos eran», declaró a The New York Times el capitán Porter que, como sucedería posteriormente en el caso de los españoles, tampoco pudo encontrar explosivos o armas. Tan solo propaganda y libros políticos.
A pesar de que los montajes policiales eran flagrantes, la estrategia destinada a criminalizar a los militantes de izquierdas desde las instituciones y los medios de comunicación estadounidenses continuaría durante los siguientes años. Si bien no consiguió acabar con el IWW, sí que dio lugar a procesos tan discutibles y llenos de irregularidades como el que acabó con la condena a muerte de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti en 1927 y asentaría las bases para el Comité de Actividades Antiamericanas del Senador McCarthy.
1919 Feb. 26 (date created or published later by Bain)