«Los rojos no usaban sombrero»

En una España dominada por el puño de hierro del fascismo, no llevar sombrero podía convertirte en un sospechoso disidente.

Junto con la garçonne, que lucía pelo corto y pantalón o falda corta, difuminando lo que se supone que debía ser la «feminidad», otro fenómeno sacudió la España de los años treinta, justo con la llegada de la República. Nos referimos al «sinsombrerismo». Las mujeres decidieron no usar sombrero y llevar el pelo relativamente corto, huyendo de las melenas, algo que rápidamente fue asimilado con el feminismo y la cultura lesbiana.

«Rápidamente, la moda del rechazo al sombrero se conectó con el izquierdismo y el anarquismo. El sombrero, desde esta perspectiva, era un elemento burgués»

«Todo el mundo llevaba sombrero, era algo así como un pronóstico de diferencia social. Pero un buen día se nos ocurrió quitarnos el sombrero. Y al atravesar la puerta del sol nos apedrearon insultándonos como si hubiéramos hecho un descubrimiento como Copérnico o Galileo. Nos llamaban “maricones” porque creían que despojarse del sombrero era como una manifestación del tercer sexo», cuenta Maruja Mallo en Las sinsombrero. Rápidamente, la moda del rechazo al sombrero se conectó con el izquierdismo y el anarquismo. El sombrero, desde esta perspectiva, era un elemento burgués. El rechazo al viejo mundo que fue preconizado por las ideas republicanas y las pretensiones de los anarquistas de llevar hacia adelante una verdadera revolución social, hizo que el sombrero fuese rechazado cada vez con más fuerza.

«Los sin sombrero», portada de El Liberal (16 de agosto de 1930)

«Los sin sombrero», portada de El Liberal (16 de agosto de 1930)

Lo cierto es que algunos de los culpables de la moda fueron el periódico comunista Mundo Obrero, vocero del Partido Comunista de España. Fue este periódico, de gran influencia, el que publicó un artículo que afirmaba que usar sombrero era cosa de fascistas. Al mismo tiempo, con la llegada de la Guerra Civil, la moda en Madrid y Barcelona fue la imagen obrera y militante, con peto de trabajador, gorra, subfusil naranjero o la célebre pistola STAR de los anarquistas. Al parecer, cuando Mundo Obrero publicó su artículo, un sector de la clase trabajadora (el gremio de sastres y sombrereros) protestó enérgicamente, afirmando que se los estaba enviando a la indigencia. Posteriormente, el periódico comunista rectificó un poco su posición, matizándola, pero ya la moda se había extendido. El sombrero no se volvería a ver hasta el final de la guerra. Es más, en el número 6 de la calle Montera, junto a la Puerta del Sol, en una sombrerería llamada Brave, se acuñó un lema que se hizo famoso «Los rojos no usaban sombrero», que venía a decir justamente lo contrario y que hacía suyas las palabras que había escrito un periodista en el periódico Ya, donde afirmaba que por fin la elegancia había regresado a las calles de la capital. En una España dominada por el puño de hierro del fascismo, no llevar sombrero podía convertirte en un sospechoso disidente.

Anuncio de la sombrerería Brave, en la calle Montera número 6 de Madrid

Anuncio de la sombrerería Brave, en la calle Montera número 6 de Madrid

Etiquetas originales de Brave

Etiquetas originales de Brave

 

Gorra de un requeté carlista. En el interior puede verse la etiqueta de Brave

Gorra de un requeté carlista. En el interior puede verse la etiqueta de Brave