«Más de 7 horas de rock y rollo. A punta pala»: Maoísmo, rayos láseres y los inicios del rock duro en España
/«La Noche Roja», que recordaba a comunismo y lucha obrera, fue el nombre de uno de los primeros grandes festivales de rock en nuestro país. Fue organizado por Miguel Ríos, que contó con la ayuda de la maoísta Joven Guardia Roja
Miguel Ríos, convertido en rockero patrio, pidió los servicios de seguridad de la Joven Guardia Roja, las juventudes del maoísta Partido del Trabajo de España (PTE), como guardaespaldas. «Más de 7 horas de rock y rollo. A punta pala», rezaba el cartel. Rockeros y protoheavies protagonizando incidentes.
«Junto a la música se incluyeron narraciones hablas (la voz usada fue la de Vicente Romero) o actuaciones ajenas al mundo de la música como la del fakir Ramakalín, que actuó ante la mirada de miles de rockeros. O una gran exclusiva: “Por vez primera en España, el rayo láser”»
España vivía un auge de bandas rockeras, del proto heavy metal y los grandes festivales al aire libre como sucedía en Inglaterra. En 1978, con numerosas bandas de rock barrial, y una supuesta democracia que daba sus primeros pasos, unió sus fuerzas con el publicista Rafael Baladés, autor de la letra «Libertad sin ira» interpretada por Jarcha, que logró la financiación de la marca de pantalones vaqueros Red Box, para montar un evento hasta entonces inaudito en Madrid, un gran festival, masivo y festivo, dedicado al rock and roll y bajo un nombre provocador, «La Noche Roja», que traía a la cabeza comunismo y lucha obrera, y que fue una expresión frecuente entre las filas franquistas para hablar de la «maldad» de los rojos aunque también era el título de un drama estrenado antes de la Primera Guerra Mundial y escrito por el malogrado escritor ruso Leopoldo Kampf. No era nada forzado: Miguel Ríos, años antes, había militado en grupos maoístas. Además, La Noche Roja, celebrada en el campo de fútbol de Moscardó (en el proletario barrio de Usera), junto a las actuaciones en directo, se asemejaba a un show conceptual y a un cabaret o espectáculo de variedades: junto a la música se incluyeron narraciones habladas (la voz usada fue la de Vicente «Mariskal» Romero) sobre la era de Acuario en pleno delirio posthippie y con bandas duras como Bloque o Asfalto cantando sobre pacifismo, conciencia ecológica o los males de la energía nuclear, o actuaciones ajenas al mundo de la música como la del fakir Ramakalín, que actuó ante la mirada de miles de rockeros como parte del circo filocomunista Troupé del Mayo Rojo. O una gran exclusiva: «Por vez primera en España, el rayo láser». Años más tarde, en una entrevista, Miguel Ríos confesaría que durante el concierto estaba «muerto de miedo, pero no porque la gente estuviera muy violenta, sino porque había más gente que la que cabía».
Había sucedido en Barcelona el también histórico Canet Rock y, días antes, actuado Stranglers, que llevaron de teloneros a 999. El festival fue histórico, visitó varias ciudades del país y marcó el inicio más o menos «oficial» del heavy rock ibérico. Algunas de las bandas no tenían nada que ver con ello. Actuaron Miguel Ríos, Guadalquivir, Salvador, Tequila, Iceberg y Triana, una mezcla entre rock progresivo, flamenco rock y hard rock. Sin embargo, Baladés, posteriormente, montó Red Box, también bajo el nombre de Madrid 20, como una especie de banda inicialmente creada por la marca de ropa pero que se emancipó y funcionó por su cuenta, y que junto a Unión Pacific, supusieron las raíces de Obús, la gran banda española de heavy junto a los internacionalmente aclamados Barón Rojo. Red Box publicaron en el emblemático sello Chapa Discos y continuaron con la imagen roja con su single «Ira roja», un enorme tema y uno de los mejores y más agresivos trabajos de aquella época. «Ira roja» era rock bronca con un sonido similar a Mick Farren en su etapa en Pink Fairies y ya en solitario. Lo mismo que «Todos nosotros», incluida en su cara b.
Al día siguiente, los medios de comunicación hablaban del show pero también de los incidentes. Enfrentamientos con la policía y el equipo de seguridad. Heridos y ambulancias. José Manuel Costa, del diario El País, escribió:
«El viernes por la noche tuvo lugar en Madrid uno de los mayores festivales de rock que se han conocido en España. Más de 25.000 personas se reunieron en el campo de fútbol del Moscardó para desquitarse de un curso que apenas acaba de finalizar, y disfrutar con buena música de unas vacaciones que no han hecho sino empezar. Una buena organización en cuanto a sonido y luces, y catastrófica en cuanto a orden interno, demostraron una vez más que este tipo de actos deben ser preparados en todos sus detalles para evitar que degeneren debido a problemas de fácil resolución. Sin embargo, el circo que vimos en Madrid y que recorrerá toda España es el primer montaje que va a realizar una gira coherente por nuestro país [...]. El barrio de Usera (junto al Manzanares) se convirtió, el pasado viernes por la noche, en capital provisional del rock y el rollo español [...]. La Noche Roja tal vez sea el primer circo de rock que se ha planteado en nuestro país con unas condiciones técnicas mínimas en lo que respecta a sonido, luces y diseño del festival. Miguel Ríos, Guadalquivir, Tequila, Salvador, Iceberg y Triana son nombres capaces de llegar a un enorme sector de público que superó todas las previsiones en cuanto a orden interno se refiere [...]. El ambiente, que había comenzado siendo alegre y fácil, se convirtió durante un par de horas en una verdadera agonía, debido a la falta de responsabilidad de unos listos y la escasa experiencia de la organización [...]. Más de siete horas en un campo de fútbol es algo muy fuerte, y sería deseable que las próximas veces se aprovechara la experiencia. Aunque, a pesar de todo, la Noche Roja resultó uno de los mejores festivales de rock que se han montado nunca en nuestro país».