«Mods, jazzers, estilistas, rockers y beatniks domingueros»: así llegaron los rebeldes del pop a España


En octubre de 1966, mientras The Beatles y The Rolling Stones conmocionaban al mundo, la revista Triunfo publicó un extenso reportaje sobre subculturas motorizadas, chaquetas de cuero y pop

En la portada puede verse a una pareja rocker, con moto incluida. Era octubre de 1966, en plena era de un Londres vibrante, del swinging London y las rivalidades entre mods y rockers. La revista Triunfo, que durante aquellos años publicará varios reportajes pioneros en las subculturas que asolaban el mundo, dedicó un número a lo que llamaban «Los beats», pero que en realidad era una resumen, muy disperso, de algunas de estas subculturas y otras inventadas, como los «Estilistas» o unos enigmáticos «beatniks domingueros», unos hermanos bastante vagos y aprovechados de los beatniks «auténticos».

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En España, la cultura yeyé se informaba con la pionera y estupenda revista Fonorama, junto con Fans (más comercial y menos directa en su relación con los seguidores del pop). Un año antes, en julio de 1965, The Beatles actuaron en Madrid (Plaza de las Ventas) y Barcelona (Plaza Monumental) y fue todo un acontecimiento, sobre todo para los (según Triunfo) «estilistas»: «los seguidores de Los Beatles. Se consideran a sí mismos como la aristocracia de la juventud. Prefieren los vestidos exagerados y costosos, comprados a veces en las mejores sastrerías europeas. Lucen un cabello no desmesuradamente largo y cuidan bastante el peinado». Aquí tenéis el reportaje:

Sobre la juventud habría que decir cosas más rigurosas y extensas que las que puedan caber en los estrechos límites de un reportaje. Y, sobre todo, haría falta una visión estrictamente sociológica para poder acotar un tema que ha desbordado ampliamente los comentarios más o menos anecdóticos para entrar en el dominio de esa ciencia. Un sociólogo sueco, Gunnar Boalt, se ha dedicado intensamente al estudio de los problemas de la juventud actual. «La juventud —estima— es lo que nosotros hemos querido hacer de ella. Esos muchachos incorregibles de que nos hablan los que tienen mentes arcaicas no son sino seres humanos que tratan por todos los medios de hallar su forma de vida, de encontrarse a sí mismos. Esa juventud alega que vive en un mundo muy diferente al de sus padres y que, por lo tanto, no pueden ser iguales a ellos. Luchan contra los convencionalismos, y la primera manifestación de su rechazo es el atuendo que utilizan».

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Más que primera manifestación habría que hablar de formas aparentes de expresión de esa rebeldía de segundo grado: una cierta música, un particular atuendo testimonian un estado de crisis, una voluntad de oponerse a lo que desde la institución paternal se decide como valedero. Pero incluso en esta oposición formal hay sus normas. Pueden establecerse cinco categorías, atendiendo a la forma de vestir de la juventud, principalmente la inglesa, que es, en este sentido, adelantada de la moda: Mods, Estilistas, Jazzers, Rockers y «beatniks» domingueros.

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Los Mods son los seguidores de Los Rolling Stones y de la música que ellos representan. Tanto chicos como chicas se visten de forma similar. Sus cabellos suelen ser igual de largos, pero están siempre muy limpios. Su uniforme consiste en pantalones de pana y jerseys. Calzan fuertes zapatos o botas. En verano, las muchachas acostumbran a andar descalzas. Sacrifican todo ante la comodidad.

Los Jazzers son el polo opuesto de los Mods: por de pronto, no se cuidan en absoluto de la limpieza de sus cabellos. Llevan confortables zapatos, pantalones de pana o vaqueros y enormes, gigantescos jerseys de gruesa lana. Los chicos suelen dejarse crecer la barba y las chicas largos cabellos lisos. Sus preferencias por la música van desde la clásica al jazz, pasando por la folklórica.

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«Se trata de jóvenes que no han podido o no han querido emanciparse de sus familias: dependen económicamente de sus padres. Pudiera decirse que son un aborto del auténtico beatnik»

Los Estilistas son los seguidores de Los Beatles. Se consideran a sí mismos como la aristocracia de la juventud. Prefieren los vestidos exagerados y costosos, comprados a veces en las mejores sastrerías europeas. Lucen un cabello no desmesuradamente largo y cuidan bastante el peinado.

Los Rockers son los rivales directos de los Mods. Aficionados a las grandes motocicletas potentes y ruidosas. Llevan pantalones y chaquetas de cuero y se adornan con multitud de colgantes y broches multicolores. Las muchachas van siempre en el sillín posterior de la moto, ocultan sus cabellos dentro de un casco de motorista y llevan una gruesa costra de maquillaje, especialmente alrededor de los ojos. Suelen calzar botas de media caña, zapatos de cuero muy puntiagudos y con hebillas y, a veces, las mujeres usan un altísimo tacón.

Estos diferentes grupos no confraternizan entre sí, pero suelen tolerarse, si exceptuamos un cierto número de ellos.

Quizá los ejemplares más curiosos sean los «beatniks» domingueros. Se trata de jóvenes que no han podido o no han querido emanciparse de sus familias: dependen económicamente de sus padres. Pudiera decirse que son un aborto del auténtico beatnik. Acostumbran a vestir pantalones vaqueros y camisas y anoraks de segunda mano: toda esta vestimenta la adquieren a cualquier ropavejero especializado en prendas de los soldados norteamericanos. En sus vestidos, camisas y jerseys dibujan las imágenes de sus ídolos. Unas veces son Los Beatles; otras Los Rolling Stones. Llevan al hombro bolsas de hule pintadas de color blanco. Pero sus «actuaciones» se limitan a los domingos, ya que el resto de la semana están muy controlados por sus padres.

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«Las grandes empresas prefieren hoy día el consejo de un joven antes que el de un viejo. La juventud lo desborda todo»

«Toda esa juventud —añade el profesor Gunnar Boalt— no siente la menor Inclinación por sentarse cómodamente en sus casas para ver la televisión al lado de “los viejos”. En compañía de las personas mayores se sienten embarazados y buscan reunirse con gentes que piensen como ellos. Un buen día, un miembro del grupo se cansa, se siente viejo y desasosegado al lado de los demás; se siente atraído por el matrimonio... Se casa y se convierte en un amante esposo y padre, perfectamente encuadrado en la sociedad, pero liberado ya de una serie de prejuicios y convencionalismos que todavía seguimos teniendo los mayores». Analizando las responsabilidades de esta juventud, el profesor Boalt concluye que los problemas comienzan cuando el muchacho empieza a darse cuenta del mundo que le rodea: cuando llega a los quince años y tiene que ponerse a trabajar o a estudiar más seriamente: entonces advierte que sus superiores le consideran un majadero, no le dan categoría ninguna, no le animan en su esfuerzo, le acusan de hacerlo todo mal. El chico se rebela. No quiere que le traten como a los demás y cree que la mejor forma de manifestarlo es pretender ser diferente. Se deja crecer los cabellos, viste de forma desairada y procura hacer su vida. En otras ocasiones son los padres los que provocan la reacción: quieren que los hijos respeten sus ideas, pero no son capaces de respetar las de sus hijos. Y, sin embargo, son estos los que constituyen la fuerza más revulsiva de nuestro tiempo. Las grandes empresas prefieren hoy día el consejo de un joven antes que el de un viejo. La juventud lo desborda todo. Quizá conviniera hacer más caso a este movimiento que está modificando algunas de las costumbres, hasta ahora aceptadas como inmutables.