El matrimonio que luchó contra Hitler con tarjetas postales
/Durante el Tercer Reich y la Segunda Guerra Mundial, muchos ciudadanos anónimos alemanes lucharon contra los nazis con los pocos recursos a su alcance. Por ejemplo, escribiendo tarjetas postales con mensajes contra Hitler.
En septiembre de 1945, apenas unos meses después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, el escritor Hans Fallada, pseudónimo de Rudolph Ditzen, tuvo acceso a un expediente policial que recogía las investigaciones y el consiguiente proceso judicial emprendido por las autoridades nazis contra un matrimonio berlinés. Se trataba de Otto y Elise Hampel que, como otros muchos alemanes anónimos, habían luchado contra Hitler desde la retaguardia con los pocos medios disponibles a su alcance y habían pagado caro esa actitud.
Si bien toda las historias de la resistencia durante el nazismo tenían interés por sí mismas, lo que realmente llamó la atención de Fallada al conocer la de los Hampel fue que su lucha contra Hitler se había hecho con algo tan sencillo y rudimentario como unas simples tarjetas postales. Durante dos años, Otto y Elise escribieron, introdujeron en buzones o depositaron en edificios y lugares públicos cientos de postales con mensajes que llamaban a la rebelión contra los nazis o que se hacían eco de informaciones que la prensa nazi no recogía y que, en contra del triunfalismo de las autoridades, demostraban que la guerra estaba siendo una carnicería para el pueblo alemán.
A partir del expediente de la Gestapo, Fallada escribió un ensayo en la revista Aufbau titulado «Sobre la resistencia, que sí existió, de los alemanes contra el terror de Hitler» pero, convencido de que la historia daba para más, decidió escribir una novela que tituló Solo en Berlín. En su libro, Fallada narró la historia del matrimonio Hampel cambiando sus nombres por los de Otto y Anna Quangel y tomándose algunas licencias a la hora de plantar las razones de su lucha contra el nazismo. Mientras que en Solo en Berlín el desencadenante para empezar a escribir las postales era la muerte en el frente del hijo del matrimonio, en la historia real eso no sucedió, sencillamente, porque Elise y Otto no tenían hijos aunque, como muchos alemanes, sí sufrieron la pérdida de familiares en la guerra. En su caso, el hermano de Elise.
En lo que Fallada sí fue fiel a la historia real es en que Otto era un obrero industrial y su esposa, una ama de casa con trabajos esporádicos y miembro de la NS-Frauenschaft, la Asociación de Mujeres Nacionalsocialistas de la que, por otra parte, era casi obligado ser afiliada durante el Tercer Reich.
A lo largo de dos años, la Gestapo recopiló más de doscientas postales que Otto y Elise Hampel escribieron y repartieron por las calles de Berlín.
En esa coyuntura histórica en que los medios de comunicación no eran más que propaganda, Otto Hampel decidió iniciar una lucha paciente y subterránea en defensa de la libertad a través de un medio humilde, aparentemente inofensivo: las tarjetas postales. De hecho, desde que la primera apareció en las calles de Berlín en 1940, la Gestapo entró en pánico y puso a varios de sus agentes a trabajar para localizar al autor de las mismas. Unos efectivos y recursos que fueron aumentando con el paso del tiempo porque las postales seguían apareciendo y no había pistas sobre el autor o autores.
Aunque se llegó a detener a un hombre pensando que era el responsable de esos mensajes subversivos, pronto tuvo que ser puesto en libertad debido a que, durante su detención, las tarjetas siguieron apareciendo. De hecho, la detención de Otto y Anna no se debió a la diligencia de la Gestapo y su red de informadores, sino a una serie de hechos accidentales. Uno de los días en que estaban dejando una postal, Otto fue visto por un ciudadano que recogió la tarjeta, le increpó y reclamó la presencia de la policía. En ese momento intervino Elise, que resultó ser tan convincente a la hora de explicar a la policía que el testigo estaba equivocado, que logró rescatar a su esposo. Sin embargo, tiempo después, un descuido de Otto hizo que una de las postales se le cayera en la fábrica donde trabajaba. Los responsables de la empresa alertaron a las autoridades y se inició una investigación en el centro de trabajo que se saldó con la detención del matrimonio.
A pesar de que incluso entonces negaron las acusaciones, convencidos de que no había pruebas concluyentes contra ellos, cuando se procedió al registro de su domicilio la policía encontró una tarjeta a medio escribir y ya no hubo vuelta atrás. El 22 de enero de 1943, el matrimonio Hampel fue juzgado por la Sala Segunda del Volksgerichtshof, en castellano Tribunal Popular, bajo la acusación de «alta traición» y «minar la moral militar». Declarados culpables, fueron guillotinados en la prisión berlinesa de Plötzensee.
Por su parte y después de haber abandonado el proyecto en varias ocasiones, en 1946 Fallada retomó Solo en Berlín con ganas. Aprovechando su ingreso en una institución psiquiátrica, en menos de un mes escribió las más de quinientas páginas del libro, que no llegó a ver publicado. Después de años de adicciones al alcohol y la morfina, el 5 de febrero de 1947, Fallada murió en Berlín de un ataque al corazón.