El ilustre club bestial
/A punto de irrumpir la proclamación de la República y en plena moda de clubs y sociedades semisecretas, surgió en Barcelona un club social llamado El Arca de Noé.
La idea fue del crítico de arte Joaquín Ciervo: crear un club de hombres con apellidos «irracionales» que se llamaría El Arca de Noé, donde sus miembros se juntarían para hacer «animaladas» y con sede en el número 100 del Paseo de Gracia. El 23 de febrero de 1930 se celebró el primer banquete.
El periódico Estampa publicó el 11 de noviembre de 1930 un reportaje en que mostraba fotografías de sus reuniones y del desfile inaugural hacia el zoológico de Barcelona. El Arca de Noé publicó un manifiesto en los periódicos catalanes y organizó un gran desfile por el centro de Barcelona en el que participaron decenas de personas con apellidos como Ciervo, Bullenillu, Ruxiñol (ruiseñor), Gavilán, Palomo, Llop (lobo), Palomas, León, Vaca, Pasarell (pájaro), Carnero, Roa (buey), Cabra, Molió (carnero), Cunil (conejo), Lleó (león), Corp (enervo), Cierva, Cordero, Moscordó (abejorro), Aguila, Tigre. «Hay que ser más generosos que Noé, que solo admitía dos animales de cada especie. En nuestra Arca no se señalan limites», afirmaban.
El Arca de Noe tenía además el objetivo de rendir homenaje y exaltar la irracionalidad y hasta la animalidad. «El doctor Castells es el médico de los socios —decía el artículo-. Pero no figura con este nombre, sino con el de “veterinario”». El escultor Pujol Muntané, también miembro del grupo, se dedicó exclusivamente a esculpir figuras de animales. Otro homenaje de El Arca de Noé fue al señor Torrubia —continua diciendo— por haber amaestrado a las palomas del Parque de Barcelona.
El dibujante oficial de la entidad era Castellanas Garrí, (Garrí, traducido al castellano, quiere decir cerdo o cochino).
El reportaje terminaba con unas palabras de despedida de su mentor, Joaquín Ciervo, al periodista: «Quieran los dioses que en esta visita se haya usted contagiado de nuestra animalidad».