Visionario del pop: un debate intergaláctico con el Aviador Dro
/Juntamos a una divulgadora científica del CSIC y a un especialista en Inteligencia Artificial con los legendarios inventores del tecno pop Aviador Dro y lo que sucedió fue algo maravilloso: un diálogo entre la ciencia y las posibilidades visionarias del pop sobre futuros posibles, máquinas pensantes y singularidades
El Aviador Dro y sus Obreros Especializados están de aniversario. Y no de uno cualquiera. Pocas bandas pueden presumir de llevar 40 años de formación y en continuo movimiento. El Ateneo Libertario de Mantuano, en el barrio de la Prospe de Madrid, les vio nacer y crecieron y progresaron a la par que muchas teorías científicas y tecnológicas que hoy nos parecen algo «normal» y cotidiano, y que incluso llegaron a «profetizar» en las letras de muchas de sus canciones: Internet o Spotify, por ejemplo. Es una de las bandas más legendarias y singulares de nuestro universo musical con su «anarquía científica» y sus letras e imaginarios futuros sobre tecnología y progreso.
El pasado noviembre de 2019, la editorial y Sociedad Secreta La Felguera organizó por segundo año en Madrid el festival Fandemonium, el festival de Agente Provocador, una semana llena de música, magia, rutas urbanas guiadas, paseos psicogeográficos, visitas a museos y lugares insólitos, performances y conferencias. En una de las jornadas del ciclo «Catacumbas de Madrid», titulada «Visionarios del pop», quisimos juntar a científicos y Aviadores para ver si realmente estaban en sintonía.
María del Carmen Fernández, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, organizadora de las «Jam Science» y coordinadora del proyecto internacional Clubes de Ciencia de España, Miguel Peláez, un data scientist que desarrolla y aplica algoritmos de inteligencia artificial en Tecnatom, una empresa de servicios de seguridad en centrales nucleares y el mercado aeroespacial, y Biovac N (Servando Carballar), CTA 102 (Alejandro Sacristán) y Arcoiris (Marta Cervera), como máximos representantes de las filosofía del Aviador, se reunieron en el subsuelo de la ciudad y esto es lo que sucedió. Un diálogo entre la ciencia y las posibilidades visionarias del pop.
«Para nosotros la ciencia ficción era el marco de desafío de ese mundo mejor al que podíamos llegar. Veíamos grandes oportunidades, como el mundo mutante. Jugábamos a un juego que se llamaba Después del holocausto nuclear para reconstruir el mundo»
«Aviador Dro siempre proclamamos hacer algo divertido en una sociedad que solo se mira el ombligo. Siempre hemos leído mucha ciencia ficción de los años 50, la edad de oro del género, Asimov, Arthur C. Clarke, gente que pensaba que la ciencia iba a liberar a la humanidad, que nos iba a sacar de este planeta, y que iba a aportar cosas muy importantes a la sociedad», comienza afirmando Biovac N/Servando, líder y fundador del grupo, a modo de declaración de intenciones.
«El conocimiento venía principalmente de dos grandes ramas: la filosofía y la ciencia, que en un momento estaban claramente unidas, pertenecían al mismo concepto. Podías estar hablando de los átomos, de la Atlántida, o de la utopía política», dice. Aquí interviene CTA 102/Alejandro, el encargado de la Estética Informativa en Aviador, para puntualizar que los filósofos siempre han sido observadores de la naturaleza, por lo que es absolutamente natural que fueran unidas. «Cuando se profesionaliza la ciencia es cuando se da esa separación».
Servando cuenta que durante los 70 se identificaba a la ciencia con el capitalismo y con el concepto de consumo infinito, que no dejaban de estar identificados, políticamente hablando, con la derecha; sin embargo, los pensamientos progresistas o con ánimo de cambiar el futuro eran hippies, todo lo contrario, rural, campesino, etc. «Para mí era un choque brutal. ¿Por qué tengo que cultivar algo y salir en Ajoblanco? Yo lo que quería era tener robots que trabajaran conmigo para hacer música. Todo este tipo de cosas, de las que ya hablaban H. G. Wells o Julio Verne. Aunque también advertían de que la ciencia, en malas manos, puede tomar unos derroteros que nadie desea». En Aviador Dro nunca han tenido dudas: siempre han considerado que la ciencia y la tecnología son herramientas de progreso. «Me aburre tener que ensayar 7 horas diarias para poder hacer escalas, etc., prefiero decírselo a mi computadora y que ella se lo curre y mientras tanto poder hacer otras cosas. Cuando decíamos esto hace 40 años, cuando teníamos 18 o 19 años, encima de un escenario, nos tiraban botellas, no lo entendían», recuerda Servando. «Bueno, en la fiesta de la primavera los hippies nos tiraron flores», dice Alejandro. Servando contesta que eso fue peor y todos estallan en carcajadas.
«Marta (Arcoiris) no pudo estudiar para ser piloto, pero se convirtió en aviadora, y como buena mutante fusionó las técnicas de armonía del piano con su puesto de obrera especializada al servicio del Aviador Dro»
Su filosofía siempre fue la de la conexión entre la literatura, el arte, la ciencia, el conocimiento... Todo como un discurso de progreso en la era preinternet. Hoy en día es muy fácil conectar con cualquiera en cualquier parte, pero no podemos olvidar que Aviador Dro ya hablaban de ese futuro, nuestro presente, hace cuatro décadas.
En 2012 publicaron La voz de la ciencia, un disco de divulgación científica sobre lo que les gustaría que sucediera con ese conocimiento. Contaron con una serie de científicos que, para su sorpresa, no solamente estaban dispuestos a colaborar sino que además conocían a la banda y eran fans.
«Igancio Cirac, que ha recibido todos los premios de física y que es el gran genio de la computación cuántica, nos dijo que cuando estudiaba la carrera escuchaba nuestras canciones y que era un gran fan nuestro. Y la misma respuesta obtenemos de Pedro Serena, que hace unos años coordinaba todos los centros de física de materiales de nanofotónica, y que actualmente es el presidente de la delegación del CSIC en la Comunidad de Madrid», cuenta Alejandro. «Tuvimos contacto con gente del mundo de la divulgación de Muy Interesante o Quo. También colaboró Manuel Serrano, que es uno de los grandes expertos del mundo de técnicas de rejuvenecimiento celular y en enfermedades degenerativas. O Rosalind Picard, directora del Laboratorio de Internet de las cosas, que se funda en el MIT, y que además es la creadora de las primeras tecnologías para hacer que los ordenadores sean emocionales y podamos crear ese híbrido del que siempre hablamos.
«Yo creo que las dos vertientes llegarán a fusionarse y llegaremos a ser científicos-músicos y músicos-científicos y que haremos conciertos para que la gente se sienta mejor, y probablemente necesitemos de la Inteligencia Artificial para que potencie esas capacidades»
Hemos estado muy próximos a Ramón López de Mántaras, gran especialista en Inteligencia Artificial y discípulo de Marvin Minsky. Para nosotros la ciencia ficción era el marco de desafío de ese mundo mejor al que podíamos llegar. Veíamos grandes oportunidades, como el mundo mutante. Jugábamos a un juego que se llamaba Después del holocausto nuclear para reconstruir el mundo. Todas las visiones que nos aportaba la ciencia ficción las veíamos materializadas en la ciencia y la tecnología, y todo eso siempre ha estado en los temas que componemos en Aviador, desde el principio y hasta la fecha. El destino del ser humano no es estar atado a la tierra. Evolucionará hacia el cíborg, la ciborgénesis, los planteamientos de la revolución dinámica. El Aviador Dro es la figura que los futuristas escogen para representar al ser humano ayudado por la tecnología, que se eleva por encima de las leyes físicas y sobrevuela el mundo. El astronauta es el equivalente moderno del aviador. Todo en Aviador tiene que ver con la ciencia ficción y los movimientos de vanguardia, especialmente con el futurismo».
Fascinados por bandas como The Residents, Devo o Kraftwert, su nombre es un homenaje al poema trágico de Francesco Balilla Pratella L’aviatore Dro (1915). Carmen cuenta que llegó a la ciencia por casualidad. Lo que le gustaba era el dibujo y la arquitectura. Podía haber estudiado Bellas Artes, pero enseguida se dio cuenta, tal y como ella misma dice, de que eso no le iba a dar de comer. Normalmente, la creatividad se asocia siempre a las artes, la literatura, la música, etc., pero no a la ciencia, un planteamiento que supone una gran equivocación, ya que el punto fuerte en un científico es la curiosidad al observar las cosas y la creatividad a la hora de imaginar y encontrar res puestas a las preguntas que se plantea. La inspiración puede llegar de muchas formas. Y para ejemplificar esto, cuenta esta anécdota: «A Richard Feynman, célebre físico estadounidense experto en física de partículas y mecánica cuántica, le dijeron una vez que un científico nunca podría admirar la belleza y saber apreciarla igual que, por ejemplo, un pintor. A esto contestó que cómo un científico no iba a poder admirar la belleza de una flor con los ojos, como la vemos todos; y además, añadió que, al ser científico, se iba a hacer otra serie de preguntas y a admirarse de los colores y las formas y pensar porqué una rosa es roja, una margarita es blanca e intentar entender cómo funciona eso».
Miguel, que es especialista en Inteligencia Artificial, trabajó como físico en materia blanda y se formó como físico de datos, explica lo siguiente: «La idea que subyace con el tema de los algoritmos en Inteligencia Artificial es utilizar datos para aprender patrones y así analizarlos. Pero desde hace años, existe otra vertiente de algoritmos que lo que hacen, básicamente, es imaginar; y en concreto en la música, son capaces de hacer canciones, sintetizar música o simularla sin haberla escuchado antes, sin tener una semilla previa». Además, afirma que siempre se plantea la misma pregunta e inquietud cuando se habla de Inteligencia Artificial: «¿Esto va a llegar a ser más poderoso que nosotros?». Como podréis imaginar, la respuesta de Aviador Dro es unánime: «Darle tiempo y veréis».
Los algoritmos de I. A. son básicamente las herramientas matemáticas que se aprenden en cálculo y en álgebra, por lo que son muy básicas. «Por eso creemos que hay que pasar primero por el cíborg. Nosotros, como humanos modificados que vamos a unirnos con las máquinas, cuando hacemos música como Obreros Especializados, sabemos que hacemos música, porque trabajamos con la información musical; sin embargo, cuando la I. A. hace música, no sabe que hace música. Esa fusión es lo que buscamos», dice sin ninguna duda Alejandro. Como hemos dicho al principio, Miguel trabajó en Tecnatom, empresa que se dedica a estudiar la viabilidad de las centrales nucleares y que se creó a finales de los años 50. Y aquí llegamos a un momento mágiconuclear.
Marta/Arcoiris estudiaba piano y quería ser concertista. También quería ser piloto, pero los estudios costaban mucho dinero. Al recordar los tiempos en los que estudiaba armonía afirma que «en el fondo era algo bastante maquinal, tenías una serie de normas y no podías salirte mucho. Si le dices algo a un programa, le das unos parámetros, hace algo muy parecido a lo que hacíamos en armonía. Con una serie de reglas, una máquina te hace una composición perfectamente armónica. Pero lo que no hace es saltarse las reglas... Y eso es lo más interesante. Cuando una máquina se salta las reglas, como Hal 9000».
Con respecto a las centrales nucleares, cuenta que pasó toda su infancia observando un cuadro de la central de Garoña pintado por su madre que tenían en el salón de su casa, ya que su padre era el director de esa central nuclear. «¡Es lo que más me gustó de ella!», dice Servando. «¡Fue un flechazo radioactivo!», grita Alejandro mientras vuelven a estallar en carcajadas. Marta cuenta que en su casa nunca les puso «Nuclear sí», el legendario y también polémico tema de Aviador Dro.
«Yo quiero bañarme en mares de radio
Con nubes de estroncio cobalto y plutonio
Yo quiero tener envolturas de plomo
Y niños mutantes montando en sus motos
Desiertas ruinas con bellas piscinas
Mujeres etéreas con voz de vampiras
robots multiformes buscando en las calles
los restos inertes del antiguo hombre
¡Nuclear sí!
¡Por supuesto!
¡Nuclear sí!
¡Como no!
Colinas ardientes de sol abrasadas
ciudades inmensas habitadas por cíborgs...»
La conexión entre Marta y Servando fue inmediata y dura hasta nuestros días. Aunque tal y como cuenta ella, al principio «hablábamos y discutíamos sobre sus letras hasta las tantas, porque nunca estábamos de acuerdo en nada. Eso está bien, porque a mí me aburre mucho hablar con la gente que está totalmente de acuerdo conmigo, me parece mucho más interesante intercambiar opiniones con gente que no piensa igual que yo». Marta no pudo estudiar para ser piloto, pero se convirtió en aviadora, y como buena mutante fusionó las técnicas de armonía del piano con su puesto de obrera especializada al servicio del Aviador Dro.
Interior del libro Anarquía Científica (La Felguera Editores)
Aviador Dro habla del concepto de «música aumentada». «Se ha demostrado que la música tiene efectos terapéuticos, más allá del clásico “la música amansa a las fieras”, ya que, por ejemplo, tiene efectos beneficiosos para procesos de demencia», cuenta la propia Marta.
Servando lo tiene claro: al final estamos hablando de lo mismo de lo que hablaban en la antigüedad. «Los científicos siempre se han preguntado cómo funcionan las cosas, y los músicos utilizamos una serie de elementos para producir o entender una serie de cosas. Yo creo que las dos vertientes llegarán a fusionarse y llegaremos a ser científicos-músicos y músicos-científicos y que haremos conciertos para que la gente se sienta mejor, y probablemente necesitemos de la Inteligencia Artificial para que potencie esas capacidades. Estamos hablando de cambiar, de mejorar, de conocer, de progresar. Por eso hay científicos como Miguel que han tenido o tienes grupos de punk y hay punks que hacen música con sintetizadores. Algo que va más allá de la naturaleza biológica. El progreso o la evolución humana hacia algo distinto y que pueda utilizar esas posibilidades para construir algo mejor».
«Tesla pensaba que lo que unía a la música y a la ciencia eran las frecuencias y las vibraciones y hay físicos ahora que están estudiando esto», cuenta Alejandro. Han compuesto varias canciones dedicadas a la Inteligencia Artificial. En Mecanisburgo (2001) tienen una titulada «Inteligencia Artificial»:
«Poder de Cálculo y Autocontrol
Soy claramente superior
Viajar a gran velocidad
Sentirme parte de la Ciudad
Si una máquina siempre es feliz
Dime por qué me siento así
Dime tú si ves, o no,
El nuevo traje del Emperador
Inteligencia Artificial
Mi consciencia personal
Inteligencia artificial
Circuitos para amar»
En su disco La voz de la ciencia hay una llamada «El momento de la singularidad», que Raymond Kurzweil predijo que sucedería en 2045. «Él, además de científico especializado en Inteligencia Artificial y Ciencias de la Computación, es un inventor de sintetizadores, aparte de futurista; de hecho, con lo que más dinero ha ganado es con sus patentes de sintetizadores y de dispositivos para personas invidentes y para sordos», nos cuenta Alejandro. Carmen interviene para aclarar que fue él quien inventó el primer robot que podía producir música. En la canción «El momento de la singularidad» se afirma lo siguiente:
«Descargo mi consciencia
En un cuerpo mejorado
Selecciono un geminoide
De un contenedor blindado
Quedaos el paraíso
Viejos mitos y creencia
Yo dirijo mi destino
Impulsado por la ciencia»
¿Una predicción más del Aviador Dro que veremos cumplida dentro de poco? Como afirman los Obreros Especializados: «Darle tiempo y veréis».