Volver al cole en tiempos de guerra


La vuelta al cole, tras el inicio de la Guerra Civil, tuvo una importante novedad. La Cartilla Escolar Antifascista, en la que participó el artista Val del Omar, educaba a niños y niñas con ejercicios en que aparecían milicianos, cañones, fusiles y puños en alto

El inicio de la Guerra Civil en España supuso una ruptura en los cambios que, en el área de la educación y la cultura, llevaba a cabo la República para dar paso a un nuevo tipo de reforma y transformaciones de carácter revolucionario, entendiendo que la escuela no podía quedar al margen del conflicto bélico que se estaba desarrollando en el país. La ideología de esta nueva reforma se basaba en la consideración de la educación como una función social: es decir, que esta no fuera un privilegio de la clase dominante sino que los medios del sistema educativo se destinaran, prioritariamente, a la promoción del proletariado y de los ciudadanos.

Una de las bases de esta la función social de la educación, en su lucha contra el analfabetismo, la conformaron la Cartilla Escolar Antifascista y la Cartilla Aritmética Antifascista: complemento a la Cartilla Escolar Antifascista del Ministerio de Instrucción Pública, publicadas con una tirada total de 150.000 ejemplares. Ambas obras fueron encargadas por el Ministerio de Instrucción Pública de la República al Inspector de Primera Enseñanza y destacado pedagogo republicano andaluz Fernando Saínz Ruiz (1889-1957), al periodista y director de Mundo Obrero durante la Guerra Civil Eusebio Gutiérrez Cimorra (1908-2007); el diseño y la ilustración de las mismas estuvieron a cargo del tipográfo y artista gráfico de origen judío polaco Mauricio Amster Cats (1907-1980) y contaron con fotomontajes de fotografías del cineasta y fotógrafo de las Misiones Pedagógicas José Val del Omar (1904-1982) y del pintor y cartelista José Calandín Guzmán.

Las Cartillas se concibieron como una herramienta básica para la campaña republicana contra el analfabetismo. Sus autores utilizaron los nuevos métodos educativos y la tipografía moderna introducidos en la década de los veinte, un método global que enseñaba las primeras letras y las operaciones aritméticas básicas, vinculándolas a un tema de interés (las consignas políticas) y el uso de tipos de imprenta especialmente diseñados y que daban como resultado una maquetación clara y simple, tanto de los textos como de las ilustraciones. Se convirtieron, además, en uno de los elementos fundamentales del trabajo de las Milicias de la Cultura, establecidas mediante decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, de 30 de enero de 1937, por el que se faculta al Ministro para organizar bajo el título de «Milicias de la Cultura» el cuerpo de Maestros e Instructores escolares para enseñanza de los combatientes.

El artífice del método plasmado en las Cartillas fue Fernando Sainz Ruíz, autor de importantes trabajos pedagógicos durante el periodo republicano, y constituye una clara manifestación de la importancia concedida por los republicanos a la educación básica del conjunto de la población. Mucho más conocidos son los aspectos artísticos de estas obras gráficas y de la figura de Mauricio Amster. Estudió pintura en Viena a los 20 años se trasladó a Berlín, donde estudió comunicación gráfica, tipografía y diseño de publicaciones en la Escuela de Artes y Oficios. En 1930 se trasladó a España donde se consolidó, durante la República, como artista gráfico trabajando para diversas revistas, diarios y editoriales. Exiliado en Chile, Amster es considerado como uno de los diseñadores cuyo aporte estético, técnico y pedagógico fue determinante para la renovación y evolución de las artes gráficas en España y en Chile.

[Información extraída de los artículos de Cristina Cuevas-Wolf, Activismo en el frente bélico: la cartilla escolar antifascista y la lucha por la alfabetización y la cultura, y de Vicente Meavilla Seguí, La cartilla aritmética antifascista (1937), un manual de educación matemática y propaganda política].