Ya Ho Wa! El otro Wild Wild Country que no conocías
/El padre Yod lideró uno de los cultos hippies más extraños y fascinantes. Grabó discos progresivos, propagó el vegetarianismo y «resucitó» a los pies de una pirámide
Nunca sabremos la razón. California, a finales de los sesenta, se convirtió en la capital mundial en la proliferación de todo tipo de cultos y sectas, la mayoría surgidas a partir del sueño hippie, los veranos del amor y la psicodelia. Había algo que convirtió la zona y, especialmente Los Ángeles y San Francisco, en un lugar propicio para el misticismo. Charles Manson y los sucesos alrededor de La Familia, que dieron lugar a una oleada de pánico en todo el país y el resto del mundo, fueron solamente la punta del iceberg. Junto a esta, se fundaron cientos de comunas. La mayoría acogían a desertores, refugiados, hippies y activistas armados, como Hog Farm y tantas otras, pero entre aquel delirio de drogas, experiencias ultraterrenas y mesías renacidos como la otra estrella de rock fracasada, Jim Jones, que con su Templo del Pueblo años más tarde protagonizaría el mayor suicidio masivo de la historia, brilló el fastuoso padre Yod y su tropa mística.
En el corazón de Los Ángeles, en el mismísimo Sunset Strip, epicentro para freaks, ocultistas y bandas de motoristas, apareció por aquellos años un extraño personaje conocido como el padre Yod, que en la cábala es el opifex, un «obrero de la Deidad» o, mejor aún, Ya Ho Wha (en realidad su nombres era el más anodino James Edward Baker), que rápidamente se convirtió en líder espiritual para un séquito formado por hippies o estrellas del cine y la música gracias a sus doctrinas esotéricas new age, un yoga reinterpretado de forma muy libre, el rock and roll y el vegetarianismo. Hollywood Hills tenía ya su Emperador y la ciudad a sus heraldos: Source Family.
A LA DIVINIDAD A TRAVÉS DEL VEGETARIANISMO
«Su actividad era frenética: realizaba actos multitudinarios y publicaba libros de memorias y autoayuda, pero para entonces ya nadaba en amor y… dinero»
Tampoco, como sucede con muchos otros líderes de cultos, sabremos nunca la historia real que se escondía bajo el imponente aspecto del padre Yod, cuya biografía, en algunos aspectos, se parece mucho, quizás demasiado, a la de Bhagwan Shree Rajneesh (rebautizado luego por el más pomposo nombre de Osho), líder supremo de la secta de los Rajneeshees, cuyo accidentado paso por el Oregón más profundo es el argumento del aclamado documental Wild Wild Country, dirigido por Maclain y Chapman Way. Lo que el padre Yod contó es que participó en la Segunda Guerra Mundial, de donde regresó condecorado. También pasó por Hollywood, aunque como extra, protagonizando pequeños papeles. Posteriormente se ganó la vida como pudo, con su gran oratoria y su físico de granito (también fue preparador físico). Su actividad era frenética: realizaba actos multitudinarios y publicaba libros de memorias y autoayuda, pero para entonces ya nadaba en amor y… dinero. Se paseaba en coches de lujo y permanecía la mayor parte del tiempo encerrado en una mansión fortificada con vigilancia privada junto a sus numerosas «esposas mágicas», más de una decena. Su restaurante Source era el lugar «al que todo el mundo debía ir» si pasaba por la ciudad. Si tenías suerte, a comienzos de los setenta, podías darte de bruces con Marlon Brando, Lennon y Yoko Ono y numerosos famosos y famosas, que esperaban que el bondadoso Yod hiciera su aparición por la puerta del local para saludarlo y sacarse una foto. Pero Yod vivía una vida muy ajetreada. Además de las tareas de una comunidad hip en expansión también vivía por y para el rock and roll.
THE SEEDS Y LOS 65 DISCOS DE KRAUTROCK
«Para mí, el Padre Yod fue el cantante más grande, mejor que Al Jolson, The Beatles, Elvis, mejor que yo mismo o The Doors o que cualquier otro»
En algo se parecía a Mr. Manson: amaba el pop, y alcanzó una cierta fama con YaHoWha 13, una banda de rock psicodélico abrasivo y krautrock alucinado con la que grabó decenas de discos (algunos apuntan a la cifra de ¡65! álbumes) que se publicaban en pequeñas tiradas y eran grabados de forma casera. Las grabaciones eran largas jam sessions tras horas de meditación. Empezaban a grabar cuando sentían que eran «tocados por Dios». Luego, a través de su propio sello discográfico, Higher Key, hacían tiradas de entre 500 y 1000 copias, que hoy son piezas de coleccionista. Incluso Julian Cope ha proclamado su devoción por YaHoWha 13, a la que califica como «una de las mejores bandas de rock estadounidenses de todos los tiempos».
La formación fue muy variada. Durante un tiempo, alrededor de 1973, incluso pasó por esta Sky «Sunlight» Saxon, cantante de los legendarios The Seeds. El mismísimo Yod fue quien le añadió a Saxon su apodo «espiritual» de «Sunlight», aunque también el de «Arelich». Se hizo vegetariano y afirmó haber encontrado su verdadero camino. Saxon, sin embargo, no llegó a grabar directamente con la banda, pero sí con otra formación paralela formada por miembros del culto, Fire Water Air, con los que grabó tres discos. Años más tarde, prepararía una caja de discos de YaHoWha 13. Sus comentarios sobre Yod son superlativos. Aunque tocaba la percusión, parece ser (al menos para el convencido Saxon) que poseía la voz más prodigiosa del universo: «Para mí, el padre Yod fue el cantante más grande, mejor que Al Jolson, The Beatles, Elvis, mejor que yo mismo o The Doors o que cualquier otro».
LA RESURRECCIÓN DE YOD
Ante tal cantidad de discos editados, era normal que en todos no apareciera el gurú de la secta. Sus últimos discos son aterradores y, posiblemente, estén influenciados por el clima de paranoia que vivía el culto, que por entonces estaba siendo investigado por las autoridades, alertadas por casos de antiguos adeptos que denunciaban malos tratos, manipulación, evasión fiscal y numerosos delitos. Ya Ho Wha, sin embargo, en su proceso para alcanzar la Divinidad, realizó un gran viaje y cumplió su sueño: visitar la gran pirámide de Guiza y realizar, ante esta, un ritual mágico durante el que afirmó haber «resucitado». El grupo se trasladó a Hawai, pero la decisión fue fatal. El padre Yod, en agosto de 1975, mientras volaba en ala delta, se despeñó por un acantilado. Su muerte provocó un cisma en el culto. Habían perdido a su líder. O puede que no. Sus seguidores proclamaron que el padre Yod seguía vivo en sus corazones, y aún hoy cuenta con fieles que así lo proclaman, rezan por su alma y disfrutan de un increíble legado musical.
El culto siguió, aunque entró en decadencia. Incluso la música no se detuvo. En 2013, sus seguidores publicaron Sonic Portation, primer trabajo tras más de tres décadas de silencio. Como dijo Saxon: «All power to Ya Ho Wha and his children».