El poli español que detuvo a John Lennon y Yoko Ono
/Miguel Buñola, un anodino policía, tuvo su momento de gloria cuando los detuvo en Palma acusados de secuestro de menores. Compinchado con un periodista los llevó a una cafetería para que fueran fotografiados con él
El agente Miguel Buñola tuvo su momento de gloria cuando los detuvo en Palma acusados de secuestro de menores. Hacía muy poco que The Beatles se habían disuelto y Lennon, junto a su inseparable Yoko Ono, se quedaban en el hotel Meliá Mallorca en el Paseo Marítimo de Palma. La detención se produjo en la mañana del 23 de abril de 1971, y la imagen en que se veía a la pareja junto a su abogado y Buñola, que fue el agente elegido para practicar la detención porque era el único que sabía inglés, saliendo de los juzgados dio la vuelta al mundo.
Kyooko, la hija de Yoko Ono, había desaparecido. Cuando su padre, el productor Anthony Cox, que vivía en la isla, había ido a recogerla a la guardería, no estaba. Una extraña pareja se la había llevado. Eran Lennon y su madre. Buñola, que puso la ciudad patas arriba, los encontró en la habitación de su hotel. «Recuerdo su educación extrema y el trato súper correcto que tuvieron hacia nosotros», confesó. En una argucia genuinamente española, un colega periodista de Buñola, al enterarse de la noticia, le pidió que los entretuviera para tener tiempo de llegar hasta el juzgado y sacarles la foto que inmediatamente saldría en todos los periódicos del mundo. «Me pidió que les llevara a tomar algo para que les diera tiempo a hacer las fotos —recuerda—. Así que acabamos todos, John Lennon, Yoko Ono, la niña y yo, tomando café con leche en el bar Formentor». Estuvieron detenidos siete horas.
Lo cierto era que la pareja había mentido. Yoko y John llegaron a la isla para acudir a un curso de meditación trascendental que impartía el gurú indio Maharischi Manesh Yogi al que seguían y que estaba esos días allí. Sin embargo, nada más llegar se citaron con el periodista musical Miguel Soler, que lo fue a buscarlos al aeropuerto de Palma con el director artístico de EMI-Odeón, Rafael Gil. Nada más verlo le pidieron una grabadora y el contacto de un detective, Francisco de Asís García, al que fueron a ver de inmediato. El objetivo de contratarlo era dar con Tony Cox, padre de Kyooko, productor de cine y antigua pareja de Ono. Tramaban secuestrar a la niña, porque a Cox, tras litigar, se le había dado la custodia de la niña. Para justificar el plan, Lennon y Ono afirmaron que trataban de liberar a su hija de una peligrosa secta en la que estaba metido Cox. Llegaron a llevarse a la niña de la guardería en Calas de Mallorca, donde vivía junto a su padre.
Soler, que le prestó su propia grabadora, confiaba que cuando el cantante se la devolviera hubiera dejado grabada su voz.
El juez, después de tomarles declaración (Lennon, para defenderse del intento de secuestro, afirmó que «No la podríamos esconder, somos demasiado famosos»), los puso en libertad condicional y ellos, después de dormir en la casa del vicecónsul británico, abandonaron raudos España. Se fueron a París, pero imaginamos que el rostro del afortunado policía los acompañaría siempre. Ono no vería a la niña hasta que esta cumplió 26 años. Lennon jamás se reencontró con ella. El caso finalmente fue archivado porque Cox retiró la denuncia, posiblemente a cambio de dinero.
Volverían poco después a Mallorca, pero esta vez sin planear ningún secuestro sino para negociar con Cox un posible acuerdo. Sin embargo, nunca lo hicieron. Cox, su mujer y Kyoko, para evitar el encuentro, el día anterior habían abandonado nuestro país en dirección a Chile.