Delirio y locura en el monasterio de Montserrat
/Fue uno de los conciertos más extraños de la historia. En pleno franquismo, los psicodélicos y surrealistas Gong actuaron en el monasterio de Montserrat ante la mirada atónita de monjas y fans
Inquietó a los jerarcas nazis, que viajaron hasta allí bajo la creencia de que se trataba de un centro telúrico, un enclave mágico desde el que buscar una especie de piedra filosofal. El monasterio de Montserrat, en 1973, mientras Franco vivía y el franquismo resistía y preparaba ya su transición, recibió posiblemente la visita más extraña de todas, mucho más desubicada y alucinada que la del nazismo buscando el santo grial y las órdenes secretas filonazis: los hippies cósmicos, la tribu multicolor, la comuna del ácido.
Los vemos subiendo montañas vestidos con hábito y sombrero nazareno, atravesando el campo, como un grupo de hippies de ácido, un Valle de la Muerte en Montserrat a 720 metros del nivel del mar. Gong, una de las bandas clásicas de rock progresivo, espacial y abrasivo, creadora de un universo delirante, patafísico y surrealista, que en aquel año editarían Radio Gnome Invisible, uno de sus mejores discos en forma de trilogía conceptual, actuaron en Montserrat. Días antes la banda habían tocado en directo en un club de jazz de Terrassa.
«Ignoramos las circunstancias que rodearon aquella actuación, o por lo menos cómo diantres pudieron actuar en Montserrat ante la mirada atónita de monjas y una pequeña secta de fieles»
Junto a su increíble actuación en Montserrat, esos fueron sus dos únicos shows en España. Ignoramos las circunstancias que rodearon aquella actuación, o por lo menos cómo diantres pudieron actuar en Montserrat ante la mirada atónita de monjas y una pequeña secta de fieles.
Lo único que no desentonaría con aquel alucinado concierto sucedió tres años más tarde, cuando en su exterior, bajo la plaza de los Apóstoles, junto a la capilla funeraria dedicada al Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, se erigió en 1976 el Monumento a Ramon Llull, de Josep Maria Subirachs.