El Madrid de Emma Goldman


La legendaria anarquista visitó en varias ocasiones Madrid. La última de ellas, en los días de la guerra, la dejó impresionada y emocionada. «Madrid es el milagro de los siglos», escribió. Te proponemos una ruta inusual por enclaves y edificios poco conocidos, las huellas aún visibles de aquel Madrid rebelde que pudo haber visto y conocido Emma Goldman.

La legendaria anarquista visitó en varias ocasiones Madrid. La última de ellas, en los días de la guerra, la dejó impresionada y emocionada. La ciudad vivía bajo el asedio de los bombardeos fascistas y el gobierno había huido y se había refugiado en Valencia. Madrid, en una proeza que dio la vuelta al mundo, resistía a las tropas franquistas, moras, italianas y alemanas en milicias y batallones formados por el pueblo trabajador. Tras la visita afirmaría: «Estoy tan entregada a los sucesos de Madrid que no puedo fijar mi espíritu en otra cosa. Mi querida Madrid es el milagro de los siglos».

Estos son algunos de los lugares y personajes que pudo haber conocido durante su estancia en nuestra ciudad. Te proponemos una ruta inusual por enclaves y edificios poco conocidos de aquel Madrid rebelde, las huellas aún visibles en la ciudad. Formaron parte de la presentación que hicimos en la Fundación Anselmo Lorenzo del libro de Emma Goldman Fraternalmente, Emma. Cartas de amor y de guerra (Editorial La Felguera, 2019).

LA MILICIANA Y EL «LOBO»

Es la tarde del 19 de julio y la noticia del alzamiento cae sobre un Madrid en armas. Los anarquistas patrullan las calles, se asaltan armerías, se vigilan los cuarteles, se prepara el asalto al Cuartel de la Montaña, donde se atrincheran y amenazan con salir a la calle tropas y bandas armadas de falangistas. Fontaneros, zapateros, lavanderas, costureras, todo el pueblo se echa a la calle. En esta imagen, fechada esa misma tarde, una miliciana empuña una pistola en la calle Toledo, esquina a la de Tintoreros, justo frente al histórico comercio «Calzados Lobo», que hoy sigue exactamente igual, al lado del supermercado Día. 

1.jpg
Dos fotografías de la misma miliciana en la calle de Toledo, frente a calzados Lobo. Fotografía: PARES.

Dos fotografías de la misma miliciana en la calle de Toledo, frente a calzados Lobo. Fotografía: PARES.

EL EDIFICIO «HERIDO»

Si te colocas de espaldas a esta pared te encuentras mirando al antiguo frente de guerra. Unos pocos metros separaban al Madrid rebelde, en armas contra el fascismo, del ejército sublevado que, en noviembre de 1936, avanzó hasta el inicio del Paseo de Extremadura y allí, en el margen derecho del Manzanares, se instaló hasta la caída de Madrid. En esta impresionante pared, en un lateral del número 35 de la calle Segovia, a día de hoy se observan decenas de impactos de metralla y proyectiles, uno de los «lienzos de guerra» más grandes que se conservan en pleno centro.

Pared con impactos de proyectiles en un lateral del número 35 de la calle Segovia

Pared con impactos de proyectiles en un lateral del número 35 de la calle Segovia

PERFUMES Y BATALLONES

Los Batallones de Mujeres de la Guerra Civil, inspirados en los soviéticos Batallones de la Muerte de Mujeres, estuvieron integrados por muchas trabajadoras de la fábrica de jabones y perfumes Gal de Madrid, que no dudaron en alistarse. La fábrica Gal, que se encontraba al final de la calle Princesa de Madrid (justo entre las calles de Isaac Peral, Fernández de los Ríos, Fernando el Católico e Hilarión Eslava. Muy cerca de Moncloa y donde hoy se levanta el complejo residencial Galaxia), justo en el centro de esta fotografía, quedó muy dañada en los bombardeos y combates, al estar muy cerca del frente. Allí trabajaban muchas mujeres que serían pioneras en alistarse para combatir al fascismo en unidades de combate. 

Esquina del antiguo edificio de los perfumes GAL

Esquina del antiguo edificio de los perfumes GAL

«NO HAY NADA PARA EL PELO COMO EL PETRÓLEO GAL».

«NO HAY NADA PARA EL PELO COMO EL PETRÓLEO GAL».

MILICIANAS DEL BATALLÓN DE MUJERES (CRÓNICA, 2 DE AGOSTO DE 1936).

MILICIANAS DEL BATALLÓN DE MUJERES (CRÓNICA, 2 DE AGOSTO DE 1936).

MUJERES LIBRES Y ANARQUISTAS

Una gran revista que uniera anarquismo y feminismo, una gran organización anarcofeminista, autónoma de CNT, valiente y decidida. Eso fue lo que sucedió en abril de 1936 con la fundación de MUJERES LIBRES y, un mes más tarde, desde este número 26 del Paseo de Santa María de la Cabeza, se editaría su revista homónima (14 números), cuyo primer número empezaba con una carta de Emma Goldman, celebrando la creación del grupo y recordando su primera visita a España, en 1929, en plena dictadura de Primo de Rivera y con CNT aún ilegalizada. La redacción de la revista estaba formada por Mercedes Comaposada Guillén, Amparo Poch y Gascón y Lucía Sánchez Saornil (que vivía muy cerca de allí). Emma Goldman, en los días de la guerra, se reunirá con ellas, que la llevarán a conocer el Madrid rebelde.

Antigua redacción de la revista Mujeres Libres en el número 26 del Paseo de Santa María de la Cabeza.

Antigua redacción de la revista Mujeres Libres en el número 26 del Paseo de Santa María de la Cabeza.

Portada del número 1 de Mujeres Libres (mayo de 1936).

Portada del número 1 de Mujeres Libres (mayo de 1936).

Contraportada del primer número de Mujeres Libres en la que aparece la sede y redacción de la revista.

Contraportada del primer número de Mujeres Libres en la que aparece la sede y redacción de la revista.

UNA SORPRESA EN UN MERCADO

Justo aquí, desde noviembre de 1936 hasta la caída de Madrid, se instaló el frente de guerra. La mayor parte de las casas del barrio de Juan Tornero y Puerta del Ángel, al inicio del Paseo de Extremadura, fueron destruidas por los bombardeos y disparos. Actualmente, en el mercado de Tirso de Molina se conserva esta viga que resultó dañada por un obús, que cayó y no llegó a explotar, y que se mantiene así, tal y como quedó, como recordatorio y también como herida.

Mercado de Tirso de Molina (Puerta del Ángel) y, en lo alto, techo con viga fracturada por un obús.

Mercado de Tirso de Molina (Puerta del Ángel) y, en lo alto, techo con viga fracturada por un obús.

EL EDIFICIO BOMBARDEADO

Las bombas fueron constantes y el 30 de octubre de 1936, en medio de una noche irreal y extraña (los edificios del centro ardían y el cielo parecía cubierto por un extraño fenómeno celeste que lo volvía brillante), se alcanzó un nivel de carnicería casi sin paragón. A pesar de que el ejército franquista, con apoyo de los pilotos alemanes, tenía planos de los lugares de refugio, hospitales o centros de atención, se bombardeaba indiscriminadamente.

Las zonas de la ciudad marcadas como libres de fuego, aunque sufrieron algunas modificaciones, correspondían a barrios ricos de Goya y las inmediaciones de la Castellana, así como ciertas casas y edificios de financiadores de la guerra o dirigentes fascistas. Por un bando, el republicano, inicialmente se intentó minimizar los daños para no desmoralizar a una ciudad en pie de guerra. Por otro, desde posiciones fascistas, lo que buscaba el asesinato en masa era la rendición absoluta, el pavor absoluto, el saber por medio de un reguero de muertos que cualquier resistencia era inútil. Las imágenes del resultado de los bombardeos dieron la vuelta al mundo y fue el acicate para la movilización internacional de brigadistas de numerosos países. Los titulares no dejaban lugar a dudas: «Los asesinos vuelan sobre Madrid», afirmaba uno.

La fotografía más impactante fue la tomada en el depósito de cadáveres a un grupo de niños muertos durante el bombardeo de la calle Espada, en el céntrico y castizo barrio de Lavapiés. El edificio era célebre por servir de socorro y ayuda a los más necesitados y recibía el nombre de la Gota de Leche, también conocido como «Consultorio de lactantes». Fue inaugurado en 1913, tras su anterior ubicación en la calle San Bernardo y Augusto Figueroa, para atender la desnutrición de numerosos niños y niñas. Estaba formado por una sala de espera, cuarto de pesar a los niños, sala de consulta y lugar para entrega de biberones, así como una sala de máquinas en donde se esterilizaba y almacenaba la leche. El 30 de octubre de 1936, durante el día, una bomba cayó justo en este lugar, provocando una carnicería entre los niños y sus familias que esperaban en la cola. Entonces, el portero del edificio era el padre de Gloria Fuertes, que vivía muy cerca de allí.


La niña, la víctima nº 35 (4-21) en el informe de heridos y fallecidos, fue fotografiada junto a otros muchos de las decenas de muertos en aquel día. Tenía, lógicamente, nombre: María Santiago y, a su lado, en la esquina superior izquierda, estaba otro menor identificado como Blas Fort. La imagen se incluyó en periódicos de todo el mundo y en carteles propagandísticos que escenificaron el tipo de guerra desarrollada por el ejército fascista. Fue difundida por el Ministerio de Propaganda como litografía en 1938 en el cartel antifascista The «military» practice of the rebels, que se usó para alentar el apoyo internacional y el reclutamiento de brigadistas, sobre todo en Inglaterra, Gales o Escocia. Décadas más tarde, los ingleses Manic Street Preachers la incluyeron como portada de su single If You Tolerate This Your Children Will Be Next (Si toleráis esto, vuestros hijos serán los siguientes).

17.jpg
19.jpg
Imágenes de los daños por el bombardeo en el edificio de la Gota de Leche de la calle Espada (30 de octubre de 1936). Fotografías: BNE

Imágenes de los daños por el bombardeo en el edificio de la Gota de Leche de la calle Espada (30 de octubre de 1936). Fotografías: BNE

En antiguo edificio de la Gota de Leche en la actualidad. Fotografía: Paloma Muñoz.

En antiguo edificio de la Gota de Leche en la actualidad. Fotografía: Paloma Muñoz.

LAS CUADRIGAS VIGILANTES

La ciudad vivía a oscuras, no tanto por los continuos apagones sino para precisamente «cegar» a los aviadores que portaban la muerte. Los bombardeos de octubre y noviembre de 1936 fueron especialmente sangrientos. Por la noche, el centro de la ciudad tenía una apariencia fantasmal. Ardían edificios y el cielo nocturno estaba extrañamente encendido. Durante la guerra, La Junta de Defensa de Madrid decidió que las cuadrigas que estaban al inicio de la calle Alcalá, entonces incautado y convertido en «Palacio de los Partidos» del Frente Popular y los sindicatos —antigua sede del banco Bilbao (BBVA) y hoy ocupada por la Consejería de Medio Ambiente—, fuesen pintadas de negro. Originalmente eran de latón dorado pero este deslumbraba y daba señales de referencia a los aviones franquistas y su misión de bombardeo. Tras el final de la contienda, se decidió que se conservasen con el nuevo color. 

Cuadrigas al inicio de la calle Alcalá. Fotografía: Luis Lladó

Cuadrigas al inicio de la calle Alcalá. Fotografía: Luis Lladó

El mismo edificio visto desde la calle. En lo alto, las cuadrigas, ya pintadas de negro.

El mismo edificio visto desde la calle. En lo alto, las cuadrigas, ya pintadas de negro.

BAILA DURRUTI

En noviembre de 1936, tras su asesinato en Madrid y los homenajes y funerales que siguieron, como el famoso y multitudinario celebrado por las calles de Barcelona, Buenaventura Durruti se transformó en más que un nombre y, sobre todo, un rostro.

Un año más tarde, con la conmemoración de su muerte, el cine San Carlos, situado en la calle Atocha (entonces en el número 131 y hoy el 125, donde hoy está la discoteca y teatro Kapital), cambió su nombre y se llamó Cine Durruti. El Cine San Carlos abrió sus puertas en 1926. Aún pueden verse algunas señales de lo que fue. La fachada, a pesar de cambiar de nombre y sufrir toda clase de sucesos, sigue igual a la de los días en que tenía nombre anarquista. Incluso en lo alto de su fachada aún hoy pueden verse paneles con ilustraciones, en concreto ocho, que son un recordatorio de las originales, ya desaparecidas. Fueron obra del escultor y pintor portugués José Almada Negreiros y presentaban escenas célebres sobre el cine, el espectáculo y las variedades, como un salón del Salvaje Oeste, la imagen de Chaplin o escenas circenses, entre otras, quizás para recordar que desde hacía años, en lo que no era más que un solar, se habían ido instalando sucesivos puestos ambulantes de cines y atracciones de feria.

En el cine Durruti también se celebraron mítines históricos, como el de marzo de 1937. Ante un abarrotado cine, habló Cipriano Mera, uno de los rostros más célebres del anarquismo español como delegado del Comité de Defensa Confederal, junto a otros libertarios como Ricardo Sanz, de la Columna Durruti. También acogió jornadas de las Juventudes Libertarias. Desapareció entre marzo y septiembre de 1939, cuando la ciudad cayó en manos fascistas, y se eliminó cualquier vestigio de lo que fue, de aquel Durruti presidiendo un cine.

Imagen publicitaria de la sala Kapital.

Imagen publicitaria de la sala Kapital.

EL CINE SAN CARLOS A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA.

EL CINE SAN CARLOS A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA.

EL CINE SAN CARLOS A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA, ANTES DE SER EL CINE DURRUTI. EN LA FACHADA PUEDEN VERSE LOS OCHOS PANELES CON ILUSTRACIONES.

EL CINE SAN CARLOS A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA, ANTES DE SER EL CINE DURRUTI. EN LA FACHADA PUEDEN VERSE LOS OCHOS PANELES CON ILUSTRACIONES.

VARIOS CINES MADRILEÑOS COLECTIVIZADOS. ARRIBA, A LA DERECHA, IMAGEN DE UN ABARROTADO CINE DURRUTI (UMBRAL, MARZO DE 1937).

VARIOS CINES MADRILEÑOS COLECTIVIZADOS. ARRIBA, A LA DERECHA, IMAGEN DE UN ABARROTADO CINE DURRUTI (UMBRAL, MARZO DE 1937).

LOS ANARQUISTAS DE LA PLAZA DE LA LUNA

Durante el 18 de julio, Eduardo de Guzmán describe así el ambiente que se vivía en Madrid: «Un buen burgués no advertiría nada extraño. No sabría que entre los grupos de cómicos y músicos que otras noches llenan las aceras de Sol, hay esta noche un puñado de obreros. Hablan y pasean pacíficamente, pero llevan la mano en el bolsillo. Y en el bolsillo la pistola que hace unos minutos engrasaron cuidadosa, amorosamente…».

Poco antes, al enterarse del golpe de Estado, una turba ha ido hasta la plaza de la Luna (en realidad Santa María Soledad Torres), hasta su último número, donde está la sede de la Federación local de CNT, que permanece sellada y con guardias a sus puertas. Estos, intimidados, retroceden, y los obreros, militantes del sindicato, revientan la puerta y comienzan a organizar la respuesta al golpe. «El 18 de julio había que abrirse paso a codazos por la calle, en ambiente de tumulto y turbamulta», continúa De Guzmán. Durante años fue objeto de continuas redadas. Muchas veces las prostitutas de la zona, aliadas de los anarquistas, les ayudaban escondiendo armas bajo sus ropas. El edificio, que se encontraba donde actualmente hay una terraza con mesas, en el centro de la plaza, hoy no existe. Justamente ahí, se levantó hasta 1969 el palacio de Monistrol, que a su vez había sido sede del Banco de San Carlos (antecedente del Banco de España). Lo derribaron, pero antes el Ayuntamiento mantuvo una disputa con okupas, que habían tomado el inmueble.

También en sus bajos estuvo en el siglo XIX el café de la Luna, uno de las tabernas de mal vivir y más apachescas de la capital. Y a un paso de ahí, en el número 5 del callejón de Tudescos, que entonces seguía hasta la mitad de la plaza, nació el bandolero más famoso, Luis Candelas, en un círculo casi perfecto: bandolerismo-apachismo-banco y sede de la CNT.

Local de hostelería justo donde en su día estuvo la sede de CNT en el Palacio de Monistrol de la plaza de la Luna (Santa María Soledad Torres).

Local de hostelería justo donde en su día estuvo la sede de CNT en el Palacio de Monistrol de la plaza de la Luna (Santa María Soledad Torres).

Ilustración del Palacio de Monistrol. El local de CNT estaría en su lateral derecho, calle de la Luna.

Ilustración del Palacio de Monistrol. El local de CNT estaría en su lateral derecho, calle de la Luna.

El día del desalojo (1969). La policía derriba la puerta.

El día del desalojo (1969). La policía derriba la puerta.