King Kong, el protector de Durruti
/El rostro sombrío y aún la pena en la garganta. Cuando Antonio Bonilla (Almería, 1909-Zaragoza, 1981) fue interrogado sobre la muerte de Buenaventura Durruti, aseguró que la bala que lo mató salió del naranjero que llevaba un sargento de artillería llamado José Manzana Vivó. Sin dudarlo, afirmó que aquel disparo fatal había sido intencionado.
Si alguien sabía lo que realmente pasó en una muerte que presagiaba algo mayor (la derrota total, la represión y la pérdida de esperanza de aquellos que habían dado su vida por una utopía necesaria) era él. Bonilla, un veterano cenetista amigo íntimo de Durruti, se había convertido en una imagen reconocible en los días de la Guerra Civil y la Revolución española.
Al volante de un armatoste inmenso, un camión blindado que rugía a su paso. Por entonces, había muchos camiones parecidos, pero solo uno de ellos era el que solía llevar al líder anarquista. Durruti se sentía seguro a su lado, con Bonilla al volante de aquella mole llamada King Kong.
King Kong no apareció con la formación de la columna Durruti, sino un poco más tarde. Los camiones blindados de los anarquistas lucen en las fotografías como elementos extraños y brutales. Sus lomos metálicos pintados con emblemas y frases: «No nos disparéis, compañeros», puede leerse en uno. FAI, CNT, UHP... La mayoría llevaban precarias planchas capaces de resistir un fuego determinado, pero no el ametrallamiento intenso y, menos aún, las bombas. En su interior nos podemos imaginar la escena más propia de un submarino hundiéndose o siendo atacado por los costados y bajo un calor insoportable. Aunque fueron muchos los camiones blindados, convertidos en tanques, apostando ametralladoras en mirillas salientes o como vigías armados, solo King Kong fue el verdadero camión blindado de los anarquistas, con Durruti en su interior junto al seguro Bonilla.
King Kong nació en la Casa Torras, una empresa de metalurgia de Barcelona, una vez que Barcelona había detenido el golpe fascista. Era el mes de julio de 1936. Los obreros trabajaban en extenuantes turnos preparando los camiones, transformándolos en máquinas resistentes. Tenía tres ametralladoras en su torreta, el primero en incorporar algo así. Poco después, marchó al frente de Aragón.
Los primeros camiones blindados habían aparecido a finales del siglo XIX, aunque distaban poco de ser los empleados por los anarquistas. Debido a la premura y, en ocasiones, pocos medios, estos vehículos proliferaron con el avance fascista. Fueron llamados «Tiznados», engendros producidos en forma artesanal por algún taller e incluso alguna herrería. Muchos de estos lucían meras chapas metálicas, muy endebles, sobre todo durante 1936. Al año siguiente, se construyeron mejores blindados (los denominados UNL-35 y el Blindado BC, hasta entonces conocido como Chevrolet-37).
Al terminar la guerra, Bonilla marchó a un triste exilio en la República Dominicana y después en Ecuador. Allí, alejado de su país, organizó la CNT y, cada cierto tiempo, envió artículos para Le Combat Syndicaliste. A comienzos de los setenta, se le solía ver por su barrio de Zaragoza, Torrero, y en la sede de CNT. Incluso presidió un mitin en 1979, vislumbrando la sombra de King Kong.