«Nos vemos en el cine Durruti»
/Una famosa discoteca del centro de Madrid fue el cine Durruti, uno de los enclaves del anarquismo madrileño. En sus bellas instalaciones te enseñaban a cargar un arma, veías una película comercial o escuchabas a Cipriano Mera
Se había convertido en un símbolo, la imagen del antifascismo, la entrega y la heroicidad en medio de las peores circunstancias. En noviembre de 1936, tras su asesinato en Madrid y los homenajes y funerales que siguieron, como el famoso y multitudinario celebrado por las calles de Barcelona, Buenaventura Durruti se transformó en más que un nombre y, sobre todo, un rostro. Un año más tarde, con la conmemoración de su muerte, el periódico anarquista Umbral —uno de los mejor editados y con sus portadas convertidas en muestras del fotomontaje antifascista hecho en España le dedicó un número especial, pero para entonces en Madrid ya existía uno de sus más rotundos tributos: el cine San Carlos, situado en la calle Atocha (entonces en el número 131 y hoy el 125, donde hoy está la discoteca Kapital), cambió su nombre y se llamó Cine Durruti.
«La programación, en el caso de los cines bajo control comunista, estaba centrada en documentales sobre la guerra o la defensa de Madrid y producciones casi todas soviéticas, como Iván el Terrible o La línea general»
No fue un fenómeno único. La lucha contra el totalitarismo y la construcción de un país nuevo, la Revolución Social, también se expresó en colectivizaciones como los cines, que cambiaron de nombres y acogieron, hasta el final de la guerra, los nombres de héroes y heroínas de aquellos días, con Durruti como uno de los más poderosos e inmortales. En Madrid cada cine estaba controlado por una organización antifascista, como los cines Callao (Juventud de la Izquierda Republicana), Goya, Monumental y Salamanca (Altavoz del Frente), Carretas (Batallón Margarita Nelken), Capitol y Doré (Partido Comunista), etc. Los anarquistas (CNT, a través del Sindicato Único de la Industria Cinematográfica y Espectáculos Públicos) controlaba muchos, los de Avenida, Progreso, Fígaro, Calatrava, Chamberí, Olympia, Encomienda y Durruti. En Barcelona pasó algo similar y podías ir al cine Ascaso, también fallecido durante la defensa de Barcelona. La programación, en el caso de los cines bajo control comunista, estaba centrada en documentales sobre la guerra o la defensa de Madrid y producciones casi todas soviéticas, como Iván el Terrible o La línea general. En el caso de los cines libertarios no era así y se combinaba propaganda política con éxitos comerciales, además de la abundante producción propia de la CNT, que estrenó numerosas películas.
«Ante un abarrotado cine, habló Cipriano Mera, uno de los rostros más célebres del anarquismo español. También acogió jornadas de las Juventudes Libertarias»
El Cine San Carlos abrió sus puertas en 1926. Aún pueden verse algunas señales de lo que fue. La fachada, a pesar de cambiar de nombre y sufrir toda clase de sucesos, sigue igual a la de los días en que tenía nombre anarquista. Incluso en lo alto de su fachada aún hoy pueden verse paneles con ilustraciones, en concreto ocho, que son un recordatorio de las originales, ya desaparecidas. Fue obra del escultor y pintor portugués José Almada Negreiros y presentaban escenas célebres sobre el cine, el espectáculo y las variedades, como un salón del Salvaje Oeste, la imagen de Chaplin o escenas circenses, entre otras, quizás para recordar que desde hacía años, en lo que no era más que un solar, se habían ido instalando sucesivos puestos ambulantes de cines y atracciones de feria. Es una joya arquitectónica obra de Eduardo Lozano Lardet (una mezcla de art decó y la arquitectura racionalista frecuente en el Madrid de la época), que había planeado un cine en su parte alta y, en los sótanos, como sucede por ejemplo en el Palacio de la Prensa, una discoteca.
En el cine Durruti también se celebraron mítines históricos, como el de marzo de 1937 (el local había cambiado de nombre en enero de ese mismo año). Ante un abarrotado cine, habló Cipriano Mera, uno de los rostros más célebres del anarquismo español como delegado del Comité de Defensa Confederal, junto a otros libertarios como Ricardo Sanz, de la Columna Durruti. También acogió jornadas de las Juventudes Libertarias. Desapareció entre marzo y septiembre de 1939, cuando la ciudad cayó en manos fascistas, y se eliminó cualquier vestigio de lo que fue, de aquel Durruti presidiendo un cine.